Monetización de servicios: el gran desafío digital

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En las últimas dos décadas hemos visto una explosión sin precedentes de contenidos, servicios y aplicaciones digitales que han revolucionado las telecomunicaciones, la educación, la economía y el entretenimiento. Estos servicios han transformado diametralmente muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, en su mayoría mejorando la calidad de vida de las personas que se benefician de este tipo de servicios.

Si bien la explosión de proyectos digitales a nivel global pareciera ser inagotable, la posibilidad de monetizarlos no es tan equivalente, según cifras del Banco Mundial publicadas en 2016, solo el 13% aproximadamente de los proyectos digitales alcanzan a desarrollar de forma un modelo de negocios viable que le permita mantener al menos un punto de equilibro en el largo plazo.

¿Es la innovación la clave en las economías digitales?

La innovación se ha convertido en casi un cliché, una moda y un lastre en gran medida para los creadores, en los últimos años todo aquel que participe en un proyecto de economía digital como mínimo se ha preguntado cómo hacerlo de forma innovadora, algunos presumen de ella mientras otros no participan en el terreno de la economía digital por miedo a no ser lo suficientemente innovadores, pero en algo coinciden casi todos: en que en la Innovación podría estar la clave, ¿Pero qué tan cierto es esto?.

Para el teórico austríaco Joseph Schumpeter, la innovación no es más que la capacidad para identificar un vacío y desarrollar de manera efectiva una estrategia que permita llenar este vacío como si nunca hubiera existido. Quien es capaz de lograrlo se denomina emprendedor, un sujeto cuya voluntad y capacidad de trabajo, le permite transformar las condiciones existentes, superar obstáculos y romper con las rutinas, ir contra la corriente y crear cosas nuevas.

El Irlandés Tim O’Reilly, considerado uno de los padres de la web 2.0, creador de la primera tienda de libros digitales en Internet y cofundador de AOL, afirma que en el ecosistema digital solo sobrevive aquel que tiene la capacidad de adaptarse a lo impredecible y cuyo aporte es impactante y disruptivo.

Para Lawrence «Larry» Page, cofundador de Google, el secreto del éxito de los proyectos digitales no está en la capacidad de crear nuevos productos y servicios, sino el constante mejoramiento en las funciones de producción enfocados en una perspectiva de uso por parte de los usuarios.

Un caso concreto de esta visión es el motor de búsqueda de Google, el cual salió al mercado cuando ya existían muchísimos otros como Altavista, Yahoo y Search. No obstante, la constante mejora en el algoritmo de Google lo puso en pocos años en el primer lugar y la filosofía que lo hizo posible se convirtió posteriormente en un modelo expansivo al interior de toda la corporación Alphabet, modelo denominado “Innovación Imperfecta Permanente”.

Para Steve Jobs, fundador de Apple, la mitad de lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no lo son es la perseverancia en la implementación de un proyecto realmente disruptivo que tenga la capacidad de seducir a los usuarios o consumidores. En ese orden de ideas, la mayor parte de los proyectos que se originan en Internet mueren en el corto plazo por su falta de innovación, por no estar enfocados en las verdaderas necesidades de los usuarios o por la falta de perseverancia.

Desde la perspectiva de los grandes emprendedores de Internet, al menos desde lo conceptual y filosófico, pareciera que el secreto si está en la Innovación.

Evidentemente no todo puede depender de una buena idea, de la capacidad de innovación o la perseverancia de los creadores. Existen otros factores  determinantes al momento de que los proyectos digitales se consoliden, y sin duda, dentro de ellos el más importante es la conformación de ecosistemas locales fuertes y articulados en el escenario global, que soporten las necesidades de emprendimiento y consoliden una verdadera economía digital, reconociendo que esta opera con una lógica completamente diferente a la economía industrial moderna, sobre la cual se está dando el tránsito entre un mercado de bienes y servicios tangibles al de un mercado de servicios de conectividad, virtual, globalizado e hiperconectado.

El rol del Estado en la economía digital

Si algo aprendimos de todos los grandes proyectos innovadores que han emergido en el Estado de California, especialmente en la zona conocida como Silicon Valley, es el importante rol que juegan los estados para fomentar y fortalecer las economías digitales, gracias a los clústeres diseñados desde la década de los 70, como políticas de Estado. Aunque estos comenzaron con fines militares (como el proyecto Arpanet), se han convertido en motor del cambio económico no solo para California, sino para todos los Estados Unidos, pues es la nación con mayor cantidad de empresas y corporaciones exitosas de bienes y servicios digitales.

En el caso de América Latina, los gobiernos vienen adaptando y tropicalizando el ejemplo de California, implementando modelos e iniciativas que promuevan clusters de servicios, tecnologías y contenidos.

Recientemente, el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia llevó a cabo Colombia 4.0, un ambicioso encuentro de industrias creativas y servicios de telecomunicaciones, el cual sirvió como punto de encuentro para creadores de contenidos, medios de comunicación, universidades, industrias digitales y tradicionales, entidades del gobierno y proveedores. El ejercicio consolida a Colombia como uno de los países con mayor voluntad política para consolidar una verdadera economía digital, basada en clusters de contenidos, servicios y soluciones tecnológicas. Sin duda este es un excelente ejemplo para replicar en toda la región.

En Chile, la Corporación de Fomento a la Producción ⎯ CORFO⎯, una agencia del Gobierno dependiente del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo ha sido la responsable de promover el emprendimiento, la innovación y la competitividad en el país, convirtiéndose en un muy exitoso modelo que ha permitido la conformación de un gran ecosistema digital que ha incubado miles de proyectos exitosos, duraderos y rentables.

En la región existen otros casos destacables como el de “México Digital”, que hace parte de la Estrategia Digital Nacional y que ha servido como incubadora de proyectos digitales que han sobrevivido en el largo plazo.

La Innovación y la monetización

Históricamente la monetización se ha asociado a la pauta publicitaria y al pago como compensación a un servicio por parte de los usuarios y claramente estas son las dos principales estrategias que mejores resultados aportan al ecosistema. Ambas estrategias se encuentran monopolizadas por los grandes agentes del mercado y entrar a obtener resultados aceptables comenzado desde cero es casi imposible, incluso si se hace de la mano de plataformas de publicidad como las que ofrece el mismo Google AdSense.

Desde una perspectiva innovadora han surgido muchas nuevas estrategias para los pequeños agentes emprendedores del mercado, que van desde la influencia de las audiencias (Influencers), el pago por servicios no convencionales como encargar diseños, dibujos, planos, tareas, etc., pasando por la gestión de bases de datos y tal vez la que más resultados financieros exitosos ha demostrado generar: conectar clientes con proveedores potenciales ganando por esta intermediación, con servicios que van desde la mensajería, empleos domésticos, paseo de perros, transporte urbano, deliverys, alquileres de casas, autos, fincas, tierras, bienes y servicios entre muchos otros, siendo este último escenario el que más opciones da a los emprendedores para buscar nuevas formas de conectar clientes con servicios y así obtener monetizaciones que garanticen viabilidad económica.

El gran desafío en el campo de las telecomunicaciones

Si bien es difícil para las industrias de contenidos alcanzar puntos de equilibrio, vemos que es posible, para lo que, además de un fuerte espíritu emprendedor es necesario un acompañamiento de clusters y políticas públicas que generen apalancamientos.

Las industrias de contenidos no son las únicas que se enfrentan a las dificultades de la monetización de los mercados digitales, en el caso de las compañías de telecomunicaciones, la contraprestación que pagan los usuarios por el valor de acceso a Internet no alcanza para cubrir los altos costos que demanda el creciente tráfico de contenidos en la red. Por ello, desde hace años vienen buscando la forma de participar con una tajada en la limitada torta de la monetización de los servicios digitales, algo en lo que claramente están fracasando, al tiempo que ven como sus costos aumentan y la rentabilidad se reduce.

En conclusión, si bien las economías digitales parecieran ofrecer un infinito universo de oportunidades y posibilidades, el mayor desafió consiste en lograr modelos viables de monetización, es decir, cobrar a los usuarios por los servicios que consume en el universo digital. Aunque en teoría esto pareciera ser muy fácil, en la práctica es muy complejo, requiere de un modelo financiero claro de contraprestación que satisfaga necesidades de los usuarios, además de mucha innovación, persistencia y de un ecosistema local que promueva estas iniciativas con un apalancamiento gubernamental, tanto para las industrias culturales como las de servicios y telecomunicaciones.

 

Por:

Gabriel E. Levy B.

www.galevy.com

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