¿Cómo la IA venció a las superbacterias en dos días?

Este Artículo está patrocinado por Phicus

Las superbacterias, esos microorganismos que han eludido la efectividad de los antibióticos, han sido durante décadas una amenaza creciente para la salud global. Investigadores de todo el mundo han dedicado años a entender sus mecanismos de resistencia, un proceso largo y laborioso que ha dejado en jaque a la medicina moderna.

Sin embargo, en un giro inesperado, la inteligencia artificial (IA) ha logrado en 48 horas lo que la ciencia tardó más de una década en descubrir: el secreto detrás de su expansión. Lo que parecía un callejón sin salida ahora se perfila como el inicio de una nueva era en la lucha contra las enfermedades infecciosas.

Cuando la resistencia a los antibióticos se convirtió en una crisis global

Por: Gabriel E. Levy B.

El problema de las superbacterias no es nuevo.

En 1928, cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, la humanidad dio un paso gigantesco en la lucha contra las infecciones. Pero ya en 1945, el propio Fleming advirtió que el abuso de los antibióticos podía generar bacterias resistentes. Su predicción se cumplió con creces.

En las décadas siguientes, microorganismos como Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) y la tuberculosis multirresistente comenzaron a aparecer en hospitales de todo el mundo, desafiando los tratamientos convencionales.

En la actualidad, la resistencia a los antibióticos se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 más de 1,2 millones de personas murieron a causa de infecciones resistentes a los antibióticos.

Se estima que, si no se toman medidas urgentes, esta cifra podría superar los 10 millones de muertes anuales para 2050. La medicina, con sus herramientas tradicionales, ha intentado contener esta crisis, pero el proceso de investigación y desarrollo de nuevos antibióticos es costoso y puede tardar décadas. En este contexto, la aparición de la inteligencia artificial en el campo de la microbiología representa una esperanza inesperada.

La inteligencia artificial entra en el laboratorio

Hasta hace poco, la investigación científica seguía un método clásico: observación, formulación de hipótesis, experimentación y validación. Este enfoque ha sido la base de la ciencia moderna, pero también ha sido un proceso lento. Sin embargo, la llegada de la inteligencia artificial ha cambiado las reglas del juego.

El profesor José R. Penadés, del Imperial College de Londres, y su equipo llevaban años tratando de descubrir cómo algunas bacterias adquirían resistencia a los antibióticos y lograban propagarse entre especies.

Su hipótesis, desarrollada tras años de estudio, sugería que estos microorganismos podían formar colas a partir de diferentes virus, lo que les permitía moverse de un huésped a otro. Era un hallazgo inédito, no publicado en ninguna parte.

Cuando Penadés puso a prueba esta hipótesis con “cocientífico”, una herramienta de IA desarrollada por Google, la sorpresa fue mayúscula. En tan solo dos días, la IA no solo confirmó la hipótesis del equipo, sino que además propuso cuatro teorías adicionales, todas con sentido biológico.

Lo más impresionante es que una de ellas ni siquiera había sido considerada por los investigadores, lo que abrió nuevas líneas de estudio.

¿El fin de la investigación tradicional?

La rapidez con la que la IA resolvió un problema que tomó años a los científicos plantea una pregunta incómoda: ¿estamos ante el fin del método científico tal como lo conocemos?

La inteligencia artificial ha demostrado ser capaz de analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones invisibles para el ojo humano y formular hipótesis en cuestión de horas. Esto podría reducir drásticamente el tiempo necesario para hacer descubrimientos en biología, medicina y muchas otras disciplinas.

No obstante, los investigadores insisten en que la IA no reemplazará a los científicos, sino que funcionará como una herramienta complementaria.

“Es como tener un colega extremadamente inteligente que trabaja sin descanso”, explicó Penadés en una entrevista con la BBC.

La validación experimental sigue siendo esencial, ya que la IA solo puede generar hipótesis; la confirmación de estas sigue requiriendo pruebas en el mundo real.

La cuestión ética también entra en juego.

Si las inteligencias artificiales pueden resolver problemas científicos con tanta rapidez, ¿quién garantizará que estos avances sean utilizados para el bien común? Empresas privadas como Google lideran el desarrollo de estas herramientas, lo que plantea interrogantes sobre el acceso a la tecnología y su impacto en la equidad científica. ¿Podrán los países en desarrollo beneficiarse de estas innovaciones o quedarán rezagados en la carrera tecnológica?

Casos que anticiparon esta revolución

El uso de la inteligencia artificial en la investigación médica no es un fenómeno aislado.

En 2020, el laboratorio de biología computacional de la Universidad de Stanford utilizó IA para identificar un nuevo antibiótico, llamado Halicina, capaz de matar bacterias resistentes. Lo notable de este caso es que el compuesto se descubrió en solo 48 horas analizando bases de datos de estructuras moleculares, un proceso que normalmente habría tomado años.

Otro caso notable ocurrió en 2021, cuando la empresa DeepMind, subsidiaria de Google, presentó AlphaFold, una IA capaz de predecir la estructura de las proteínas con una precisión sin precedentes.

Este avance resolvió un problema que los científicos habían intentado descifrar durante más de 50 años y tiene implicaciones profundas en el desarrollo de medicamentos y terapias génicas.

Estos ejemplos sugieren que estamos al inicio de una transformación en la ciencia. Si bien la inteligencia artificial no reemplazará el pensamiento crítico ni la creatividad humana, sí podría eliminar una de las principales barreras de la investigación: el tiempo. Con la capacidad de generar hipótesis en cuestión de horas y analizar datos en volúmenes impensables, la IA podría acelerar los descubrimientos médicos, cambiar el paradigma del desarrollo de fármacos y, potencialmente, salvar millones de vidas.

En conclusión, el caso de las superbacterias y la inteligencia artificial demuestra que la ciencia está entrando en una nueva fase.

Lo que antes tomaba décadas ahora puede resolverse en cuestión de días, gracias a herramientas de IA capaces de analizar información a una velocidad inalcanzable para el ser humano.

Sin embargo, esto no significa el fin de la investigación tradicional, sino más bien el inicio de una colaboración inédita entre la inteligencia humana y la artificial.

A medida que estas tecnologías avancen, la pregunta no es si cambiarán la ciencia, sino cómo asegurarnos de que sus beneficios lleguen a toda la humanidad.

 

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