Durante años, empresas como OpenAI y NVIDIA han sido presentadas como los catalizadores del futuro, los motores de una transformación sin precedentes.
Hoy, esa narrativa se encuentra con una realidad menos glamorosa: la dependencia de subsidios públicos para sostener su ritmo de crecimiento.
“Too big to fail”: una frase que ya escuchamos
Por: Gabriel E. Levy B.
En 2008, cuando el sistema financiero mundial colapsó bajo el peso de su propia avaricia, la Reserva Federal y gobiernos de todo el mundo acudieron al rescate de bancos que decían no poder caer.
Eran demasiado grandes, demasiado conectados, demasiado vitales para dejarlos morir.
Aquella lógica, que el economista Simon Johnson criticó como el inicio de una «oligarquía financiera», vuelve a escena con otros actores: los titanes de la inteligencia artificial.
OpenAI, según declaraciones de su directora financiera Sarah Friar en un evento del Wall Street Journal, considera que no saldrá a bolsa hasta al menos 2027.
En lugar de rentabilidad, su objetivo es seguir invirtiendo con agresividad en I+D. Hasta ahí, todo dentro de lo esperable en una empresa emergente ambiciosa.
Lo llamativo fue cuando Friar mencionó que esperan “respaldo del gobierno” para acuerdos futuros de infraestructura.
Un pedido apenas velado de ayuda estatal para financiar los costos colosales de los centros de datos que requieren sus modelos.
Más tarde, Friar intentó matizar sus palabras en LinkedIn.
Dijo que usó mal el término «respaldo», que la empresa no busca ayuda directa del gobierno. Pero el mensaje ya estaba fuera.
Como una piedra lanzada al estanque, la onda se expandió rápido en mercados e instituciones.
“China va a ganar la carrera de la IA”
Las palabras del CEO de NVIDIA, Jensen Huang, en el Financial Times Summit de Londres, son una advertencia más que un análisis.
Dijo que China, gracias a su regulación más flexible y a los subsidios energéticos estatales, está en una posición ventajosa para liderar la carrera tecnológica global.
Aunque su país no tenga acceso a los chips más avanzados debido a las restricciones de exportación impuestas por Estados Unidos, tiene energía subsidiada y un ecosistema regulatorio adaptado para escalar rápido.
Es un mensaje dirigido a los gobiernos occidentales: si no subvencionan la energía de nuestros centros de datos, perderemos la delantera.
Así, el relato de innovación tecnológica, libertad de mercado y emprendimiento vuelve a pedir el abrazo protector del Estado.
Detrás de esta súplica silenciosa hay una realidad que asusta: la inteligencia artificial es carísima.
No solo en términos de talento o de inversión inicial, sino sobre todo por el costo operativo.
Alimentar un modelo como GPT-4 o entrenar un sistema de visión artificial de última generación requiere millones de dólares en GPUs, refrigeración, energía y mantenimiento.
Como señala la periodista especializada Gerrit De Vynck en The Washington Post, las tasas de depreciación de estos chips siguen siendo inciertas.
Un servidor que hoy vale millones puede quedar obsoleto en dos años. Invertir en infraestructura sin garantía de retorno es una ruleta, y OpenAI quiere que sea el Estado quien ponga las fichas más arriesgadas.
“El crecimiento económico de 2025 es una ilusión”
El economista Jason Furman, exasesor de la Casa Blanca, expuso recientemente un dato revelador: si se excluye la construcción de centros de datos de inteligencia artificial, el crecimiento del PIB de Estados Unidos en 2025 habría sido apenas del 0,1%.
Así lo recoge también el analista Tomás Pueyo en su newsletter Uncharted Territories. La economía crece, sí, pero por una razón muy específica: la fiebre del oro digital.
El problema es que ese crecimiento no está basado en beneficios concretos. Según los datos de Coatue Management, un fondo tecnológico de referencia, el 48% del crecimiento del índice S&P 500 en el último año proviene de empresas vinculadas con la IA.
Pero muchas de esas compañías aún no son rentables.
OpenAI, por ejemplo, perdió 11.500 millones de dólares en el último periodo fiscal, mientras que su competidor Google, con Gemini, logró récord de ingresos.
Michael Burry, el inversionista que predijo la crisis de 2008 y cuya historia inspiró La Gran Apuesta, ha apostado en corto contra NVIDIA, que recientemente fue valorada en 5 billones de dólares.
Su jugada es clara: cree que estamos ante una nueva burbuja. Y no está solo. Según un informe reciente, el 54% de los gestores de fondos cree que estamos viviendo una burbuja tecnológica, frente al 37% que lo pensaba en julio.
Lo paradójico es que nadie quiere desinflar esa burbuja.
Ni los inversores que aún sueñan con retornos astronómicos, ni los gobiernos que ahora temen que un colapso tecnológico pueda tener consecuencias similares al derrumbe bancario de 2008.
“Nuestra economía podría reducirse a tres centros de datos con gabardina”
La frase pertenece al periodista Rusty Foster, creador de la newsletter Today in Tabs. Lo dijo con ironía, pero el mensaje es profundo: estamos reduciendo nuestra economía real a una infraestructura virtual. Construimos centros de datos, invertimos en chips, entrenamos modelos.
Pero ¿cuál es el beneficio tangible?
¿Qué problema real resuelve esta explosión de inteligencia artificial?
OpenAI sostiene que está cerca de lograr la AGI (Artificial General Intelligence), una forma de inteligencia que igualaría o superaría a la humana.
Es su promesa fundacional y también la razón por la que sigue quemando dinero a ritmo vertiginoso. Pero, como señala la filósofa Kate Crawford en su libro Atlas of AI, “la inteligencia artificial no es una tecnología limpia, ni neutral.
Es una red de explotación de recursos, trabajo humano e infraestructura física”.
Una red que necesita energía, subsidios, respaldo público.
Y que hoy tambalea si esa ayuda no llega.
La competencia también aprieta. Anthropic, otra startup de IA financiada por Amazon y Google, gana terreno en el sector empresarial.
Google, por su parte, no solo atrae más usuarios con su modelo Gemini, sino que obtiene ingresos concretos, algo que OpenAI aún no consigue.
La cuerda está tensa. Si OpenAI no logra justificar sus pérdidas con resultados tangibles, si la AGI no aparece o si sus modelos son superados por la competencia, la onda expansiva podría arrastrar consigo a NVIDIA, AMD, Oracle y otros actores clave.
El impacto sería profundo, porque estas empresas ya no son startups: están imbricadas en el sistema económico global.
“Cuando los gigantes piden ayuda, es hora de sospechar”
La dependencia del capital privado ha definido la era de la tecnología.
Pero ahora, en medio del auge de la inteligencia artificial, esos mismos gigantes tecnológicos están pidiendo respaldo público.
Como si la innovación solo pudiera sostenerse con dinero estatal cuando la rentabilidad no llega.
Lo que antes se presentaba como disrupción ahora se vende como necesidad estratégica.
La lógica de “demasiado grandes para caer” vuelve a desplegarse, pero con nuevas formas.
Lo que se juega aquí no es solo el futuro de la tecnología, sino el tipo de economía que estamos construyendo.
Una donde los riesgos son privados, pero las pérdidas, potencialmente, públicas.
En conclusión
La inteligencia artificial atraviesa un momento de expansión acelerada y de dependencia creciente. OpenAI y otras compañías no solo enfrentan desafíos tecnológicos, sino también financieros y políticos.
Su modelo económico parece insostenible sin ayuda estatal, lo que plantea preguntas urgentes sobre el rol del Estado, los límites del mercado y la viabilidad real de esta revolución digital.
Tal vez, como ya ocurrió en 2008, estemos inflando una burbuja con promesas que el futuro no podrá cumplir.
Referencias:
- Bul‑lock, J., Pauketat, J. V. T., Huang, H., Wang, Y.‑F., & Anthis, J. R. (2025, 30 abril). Public opinion and the rise of digital minds: Perceived risk, trust, and regulation support. arXiv. https://arxiv.org/abs/2504.21849 arXiv
- Fang, X., Tao, L., & Li, Z. (2025, 15 mayo). Anchoring AI capabilities in market valuations: The capability realization rate model and valuation misalignment risk. arXiv. https://arxiv.org/abs/2505.10590 arXiv
- Friar, S. (2025, noviembre 7). Algo está pasando cuando las empresas IA empiezan a tocar a la puerta de papá estado. Algo nada bueno. Xataka. https://www.xataka.com/empresas-y-economia/nvidia-openai-saben-que-burbuja-ia-puede-estallarles-cara-su-solucion-que-pague-papa-estado? Xataka
- Gupta, A., Pappyshev, G., & Kwok, J. T. (2025, 30 septiembre). Bubble, Bubble, AI’s Rumble: Why global financial regulatory incident reporting is our shield against systemic stumbles. arXiv. https://arxiv.org/abs/2509.26150 arXiv
- “OpenAI walks back remarks on government support for AI”. (2025, noviembre — fecha precisa no indicada). Yahoo Finance. https://finance.yahoo.com/news/openai-walks-back-remarks-government-182421071.html Yahoo Finanzas
- “OpenAI and NVIDIA announce strategic partnership to deploy 10 gigawatts of NVIDIA systems”. (2025, 22 septiembre). OpenAI Blog. https://openai.com/es‑ES/index/openai-nvidia-systems-partnership/ OpenAI
- “AI’s trillion dollar deal wheel bubbling around Nvidia, OpenAI”. (2025, 4 noviembre). The Register. https://www.theregister.com/2025/11/04/the_circular_economy_of_ai/ The Register
- “Nvidia investment up to $100 B in ChatGPT owner OpenAI to create ‘new AI breakthroughs’”. (2025, 22 septiembre). New York Post. https://nypost.com/2025/09/22/business/nvidia-investing-up-to-100b-in-chatgpt-owner-openai/ New York Post
- “In Big Tech’s knotty game of AI Twister, what happens when a giant slips?” (2025, 13 octubre). Business Insider. https://www.businessinsider.com/big-techs-ai-love-fest-getting-messy-openai-oracle-2025-10 Business Insider
- “AI chipmaker Nvidia is the first $5 trillion company”. (2025, 29 octubre). Associated Press. https://apnews.com/article/c9bbf5cfa017dadaf248a4d197763cb9 AP News
“Crecen temores en Silicon Valley por posible estallido de burbuja de inteligencia artificial”. (2025, 11 octubre). ColGlobal. https://www.colglob.com/article/crecen-temores-en-silicon-valley-por-posible-estallido-de-burbuja-de-inteligencia-artificial-1760198695955








