Investigadores japoneses, con apoyo de inteligencia artificial, descubrieron 303 nuevos geoglifos en el desierto de Nazca, Perú.
Estas figuras, datadas en más de 2.000 años, revelan nuevos aspectos sobre la cultura Nazca y marcan un hito en el uso de tecnología para explorar el pasado.
Un mapa milenario redescubierto
Por: Gabriel E. Levy B.
Los geoglifos de Nazca no son un hallazgo reciente. Estas enigmáticas figuras talladas en la árida superficie del desierto peruano han sido objeto de fascinación desde que el arqueólogo Toribio Mejía Xesspe las observó por primera vez en 1927.
Aunque sus estudios iniciales fueron limitados, abrió la puerta a una investigación que, décadas después, involucraría a especialistas de todo el mundo.
Estas líneas, muchas veces visibles solo desde las alturas, se convirtieron en un misterio arqueológico que combinaba la majestuosidad artística con interrogantes sobre la vida de la civilización Nazca, que prosperó entre el 200 a.C. y el 700 d.C.
La matemática alemana María Reiche fue una de las figuras clave en el estudio de los geoglifos. Apodada “la Dama de Nazca”, dedicó más de 40 años a medir, analizar y preservar estas figuras gigantescas.
Su hipótesis más célebre propuso que estas líneas podrían haber funcionado como un calendario astronómico, diseñado para seguir los ciclos solares y lunares.
En una región donde la agricultura dependía de lluvias escasas e impredecibles, el conocimiento preciso de las estaciones era crucial para la supervivencia. Reiche también documentó figuras de animales, como el colibrí, el mono y la araña, especulando que estas podrían tener significados rituales o mitológicos.
Sin embargo, no todos coincidieron con Reiche.
Paul Kosok, un historiador estadounidense que trabajó junto a ella, sugirió una interpretación distinta: las líneas y figuras no eran solo un calendario, sino rutas ceremoniales vinculadas a rituales de agua.
En una tierra marcada por la sequía, el agua no era solo un recurso vital, sino también un símbolo espiritual.
Estas ceremonias, según Kosok, podrían haber buscado la bendición de los dioses para asegurar la fertilidad del suelo y el sustento de la comunidad.
A pesar de estas investigaciones, las herramientas de análisis en el siglo XX estaban limitadas por los métodos tradicionales.
La exploración aérea permitió un primer mapeo de los geoglifos, pero el terreno accidentado y la inmensidad del desierto complicaron los esfuerzos para comprender la magnitud de estas obras.
Este panorama comenzó a transformarse con el avance de la tecnología, y hoy en día, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta revolucionaria en este campo.
El reciente descubrimiento de 303 nuevos geoglifos, anunciado en septiembre de 2024 por un equipo de la Universidad de Yamagata en colaboración con IBM Research, marca un hito en la arqueología moderna.
El uso de inteligencia artificial permitió analizar imágenes satelitales de alta resolución y datos geoespaciales con una precisión sin precedentes.
Este enfoque permitió a los investigadores identificar patrones que habrían permanecido ocultos para el ojo humano.
Según Masato Sakai, líder del equipo japonés, “la IA no solo acelera el proceso, sino que nos permite reconstruir un mapa más completo de cómo los Nazca interactuaban con su entorno”.
Esta tecnología ha revelado no solo nuevas figuras, sino también cómo estas se integraban en la vida diaria y ritual de los Nazca.
El impacto de este avance no se limita a la cantidad de geoglifos descubiertos, sino que abre nuevas perspectivas sobre su propósito y significado.
Las figuras recién encontradas incluyen animales como camélidos y aves, además de representaciones humanas, y se han clasificado en dos categorías principales: los geoglifos lineales, que probablemente funcionaban como rutas ceremoniales hacia centros religiosos como Cahuachi, y los geoglifos de relieve, más pequeños y cercanos a caminos, que podrían estar relacionados con actividades rituales o cotidianas.
Este avance demuestra cómo la arqueología, al combinarse con herramientas tecnológicas avanzadas, puede desenterrar los secretos del pasado de formas que antes eran inimaginables. En el caso de Nazca, la inteligencia artificial no solo ha permitido descubrir nuevas figuras, sino también generar nuevas preguntas:
¿qué motivó a los Nazca a dedicar tanto esfuerzo a estas creaciones monumentales?
¿Cómo lograron coordinar sus trabajos en una escala tan vasta y precisa?
Estas interrogantes nos recuerdan que, a pesar de los avances tecnológicos, el legado de esta civilización sigue siendo un misterio que mezcla lo humano, lo artístico y lo espiritual.
Figuras del desierto: rituales y caminos
El descubrimiento de 303 nuevos geoglifos amplía nuestra comprensión sobre el propósito y la distribución de estas figuras.
Clasificados en dos tipos principales, geoglifos lineales y de relieve, estas imágenes ofrecen pistas sobre la vida de la civilización Nazca, que habitó la región entre los años 200 a.C. y 700 d.C.
Los geoglifos lineales, de gran tamaño, se ubican en rutas que conectan con Cahuachi, el principal centro ceremonial Nazca.
Estas líneas no solo dirigían el tránsito humano, sino que probablemente simbolizaban caminos sagrados que unían lo terrenal con lo divino.
Por otro lado, las figuras de relieve, más pequeñas y situadas cerca de antiguos caminos, muestran representaciones de animales como camélidos y aves, además de figuras humanas. Su cercanía a zonas habitadas sugiere que tenían un propósito más cotidiano, quizás asociado a rituales domésticos o marcadores territoriales.
Lo que emerge de este análisis es una civilización profundamente conectada con su paisaje. Las líneas no eran simples dibujos; eran narrativas talladas en la tierra, que guiaban, advertían y celebraban la relación de los Nazca con los dioses y el entorno natural.
La arqueología en la era de la inteligencia artificial
La utilización de inteligencia artificial para desentrañar el pasado plantea una pregunta fascinante: ¿cómo redefinirá la tecnología el estudio de las culturas antiguas?
En el caso de los geoglifos de Nazca, la IA no solo ha facilitado el descubrimiento de nuevas figuras, sino que ha permitido analizar su distribución y significado en tiempo récord.
Según un estudio publicado en Nature en 2023, las herramientas de inteligencia artificial pueden reducir hasta en un 80% el tiempo necesario para mapear y analizar estructuras arqueológicas.
Esto no solo ahorra recursos, sino que también permite concentrarse en la interpretación cultural, una tarea que aún requiere la sensibilidad y el contexto humano.
Sin embargo, algunos críticos, como el arqueólogo británico Julian Thomas, advierten que la tecnología no debe sustituir la experiencia en campo. “El riesgo es que nos enfoquemos tanto en los datos que olvidemos la dimensión humana de estos descubrimientos”, señala.
En Nazca, la IA también ha despertado nuevas interrogantes. Por ejemplo, ¿por qué ciertas figuras se encuentran en zonas aparentemente aisladas? ¿Qué relación tenían las líneas con los asentamientos habitados? Resolver estas incógnitas requerirá un diálogo constante entre las herramientas tecnológicas y las metodologías tradicionales.
De la arena al algoritmo: casos recientes
El caso de Nazca no es único. En los últimos años, la inteligencia artificial ha revolucionado otros aspectos de la arqueología.
En 2017, un equipo de la Universidad de Birmingham utilizó algoritmos para identificar estructuras enterradas en Stonehenge, revelando caminos y fosas previamente desconocidos.
En Egipto, el uso de imágenes satelitales ayudó a descubrir más de 17 pirámides enterradas bajo la arena, según un informe de la BBC.
Otro ejemplo significativo es el proyecto de Google Arts & Culture, que emplea IA para reconstruir digitalmente monumentos destruidos por conflictos, como la antigua ciudad de Palmira en Siria.
Estas iniciativas no solo recuperan el pasado, sino que lo preservan para las generaciones futuras, un esfuerzo crucial en un mundo donde el cambio climático y la actividad humana amenazan constantemente el patrimonio cultural.
En conclusión, El hallazgo de 303 nuevos geoglifos en Nazca, impulsado por la inteligencia artificial, no solo amplía nuestro conocimiento sobre la cultura Nazca, sino que demuestra el inmenso potencial de la tecnología para reescribir la historia. Sin embargo, este avance también nos recuerda que, detrás de cada línea y cada figura, hay historias humanas que no deben ser olvidadas. La arqueología, ahora más que nunca, es un puente entre el pasado y el futuro, una danza entre lo analógico y lo digital que redefine nuestra conexión con las civilizaciones que nos precedieron.