La carrera por la velocidad que no se consume

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La carrera por ofrecer velocidades cada vez mayores en Internet parece un espectáculo sin fin.

Promesas de 1 Gbps y más comienzan a ser moneda corriente entre los proveedores de servicio.

Sin embargo, en medio de esta escalada de cifras, surge una pregunta crucial: ¿realmente necesitamos tanto?

El Ancho de Banda y sus mitos

Por: Gabriel E. Levy B.

El ancho de banda es uno de esos términos que, pese a su omnipresencia en la era digital, está rodeado de mitos y malentendidos.

Lejos de ser una carrera automovilística donde los datos compiten a toda velocidad, el ancho de banda se asemeja más a la capacidad de una carretera para transportar vehículos, o en este caso, datos.

Es una medida de cantidad más que de velocidad, reflejando cuánta información puede fluir por una conexión en un periodo determinado.

Aunque la velocidad, entendida como el volumen de datos que viaja en un segundo, juega un papel importante, la clave del rendimiento radica en algo mucho más sutil: no todos los datos deben moverse al mismo tiempo.

Más que un maratón de datos, el ancho de banda es una danza sincronizada donde cada bit encuentra su lugar y momento, asegurando que las transmisiones fluyan sin tropiezos.

Esto redefine la narrativa: no se trata de cuán rápido puede correr la red, sino de cómo organiza el desfile interminable de información que cruza nuestras conexiones.

La carrera de la que todos hablan pero pocos entienden

Hace una década, hablar de Internet de alta velocidad implicaba conexiones de 10 Mbps, un estándar que permitía realizar tareas básicas como navegar, enviar correos electrónicos, ver videos en baja resolución y transmitir música con relativa facilidad.

Esta cifra, considerada avanzada en su momento, fue suficiente para cubrir las necesidades digitales de la mayoría de los hogares. Sin embargo, la irrupción y masificación de plataformas de streaming como Netflix, YouTube y Disney+ transformaron los patrones de consumo de ancho de banda.

Según un informe de Sandvine, en 2022 estas plataformas representaron más del 60% del uso de ancho de banda residencial global, un dato que ilustra el dominio de estas aplicaciones sobre la red.

Netflix, por ejemplo, requiere 3 Mbps para transmitir contenido en calidad estándar, 5 Mbps para HD y al menos 25 Mbps para 4K. YouTube, por su parte, consume entre 3 y 15 Mbps dependiendo de la calidad de video, mientras que Disney+ se ubica en cifras similares.

Estas plataformas no operan solas; servicios como Zoom, que se popularizó enormemente durante la pandemia de COVID-19, exigen entre 1.5 Mbps y 3 Mbps por usuario para garantizar una experiencia fluida, mientras que los videojuegos en línea demandan velocidades mínimas de 3 Mbps por consola o dispositivo.

Si se combinan estas actividades dentro de un mismo hogar, el resultado es una carga de ancho de banda mucho más alta que la imaginada hace apenas diez años.

A medida que estas plataformas dominan la red, los dispositivos conectados en el hogar también incrementan su protagonismo.

Desde cámaras de seguridad hasta termostatos inteligentes, cada uno de ellos contribuye al consumo total de datos. Según un informe de Ericsson, para 2025, un hogar promedio contará con al menos 50 dispositivos conectados, incluyendo teléfonos inteligentes, tablets, televisores, altavoces inteligentes y electrodomésticos como refrigeradores y lavadoras.

Un hogar avanzado, con integración completa de sistemas de domótica, puede llegar a tener más de 100 dispositivos funcionando simultáneamente, cada uno demandando entre 1 y 5 Mbps en promedio.

Esta evolución tecnológica no solo aumentó el volumen de datos necesarios, sino que también cambió las expectativas de los consumidores, quienes ahora buscan conexiones rápidas, estables y capaces de soportar múltiples actividades simultáneas.

Entre la voracidad de Netflix, YouTube, Disney+ y otros servicios, y la creciente conectividad de dispositivos domésticos inteligentes, el ancho de banda requerido en un hogar promedio hoy podría estar muy lejos de las cifras publicitadas por los proveedores.

 ¿Qué es suficiente? Desglosando el consumo real

Los proveedores de servicios de Internet (ISP) suelen promover planes que ofrecen velocidades que, en apariencia, superan ampliamente las necesidades reales de los usuarios promedio.

Por ejemplo, conexiones de 500 Mbps o incluso 1 Gbps son comunes en el mercado, pero muchas familias no alcanzan a utilizar ni una fracción de esa capacidad.

Según la Federal Communications Commission (FCC), 25 Mbps son técnicamente suficientes para cubrir las demandas de la mayoría de los hogares.

Esta cifra se basa en actividades comunes como navegar por Internet, transmitir contenido en HD y realizar videollamadas básicas.

Sin embargo, este estándar parece haber quedado rezagado frente a las tendencias actuales de consumo digital.

Netflix, por ejemplo, establece en sus guías que para una experiencia óptima de transmisión en calidad Ultra HD o 4K, se requieren al menos 25 Mbps por dispositivo.

YouTube y Disney+ presentan requerimientos similares, con un rango de entre 15 y 25 Mbps para contenido de alta calidad. Si añadimos una sesión de videojuegos en línea, como Fortnite o Call of Duty, que puede consumir entre 10 y 25 Mbps dependiendo de la plataforma, el panorama cambia drásticamente.

Ahora imagine una familia de cuatro personas: dos viendo series en 4K, una jugando en línea y otra participando en una videollamada en Zoom que requiere entre 3 y 6 Mbps. El uso total puede superar fácilmente los 70 Mbps simultáneos, dejando fuera de juego a los estándares de la FCC.

La clave para determinar la velocidad adecuada está en comprender el perfil de uso de cada hogar.

En casas donde predominan las transmisiones en 4K, las videollamadas en plataformas como Teams o Google Meet y los videojuegos multijugador, la demanda puede elevarse entre 100 y 300 Mbps, especialmente si los usuarios tienden a realizar estas actividades de manera simultánea.

Por otro lado, en hogares más pequeños o con usos tecnológicos menos intensivos, 50 Mbps suelen ser suficientes para cubrir necesidades como la navegación web, transmisiones en HD y uso ocasional de servicios de videollamada.

Para añadir más precisión al cálculo, es importante considerar también la carga adicional de dispositivos conectados.

Según un informe de Cisco, el número promedio de dispositivos conectados por hogar llegó a 9.1 en 2023 y podría alcanzar los 14.6 en 2025. Cada dispositivo, ya sea un teléfono inteligente, un televisor o un altavoz inteligente, añade entre 1 y 5 Mbps de consumo pasivo en tareas de sincronización y actualizaciones automáticas.

Por tanto, incluso un hogar pequeño podría necesitar más velocidad de la que los estándares mínimos sugieren si se aspira a una experiencia fluida y sin interrupciones.

La paradoja del Gigabit y los CDN

Los ISP destacan la promesa de velocidades de “Gigabit” como una ventaja competitiva, pero la realidad es que la mayoría de los hogares rara vez aprovechan este potencial en su totalidad.

De hecho, una porción significativa del tráfico de datos que fluye a través de las conexiones domésticas nunca llega a recorrer largas distancias internacionales.

Aquí es donde los Content Delivery Networks (CDN) desempeñan un papel fundamental en la arquitectura de Internet moderna. Estas redes, compuestas por servidores distribuidos estratégicamente en diferentes regiones, están diseñadas para acercar el contenido a los usuarios finales, minimizando la latencia y reduciendo drásticamente el tráfico internacional.

Según un estudio de Akamai, líder en soluciones CDN, hasta el 90% del contenido de streaming y multimedia consumido por los usuarios proviene de servidores locales del CDN, no de los servidores centrales de las plataformas.

Por ejemplo, cuando alguien reproduce una serie en Netflix, en lugar de descargarla desde la sede principal en Estados Unidos, lo hace desde un servidor ubicado en su región o incluso en su ciudad.

Este modelo no solo garantiza una experiencia más rápida y estable para el usuario, sino que también disminuye significativamente la carga en los enlaces internacionales, que representan apenas el 10% del tráfico total de una red residencial típica.

La optimización proporcionada por los CDN tiene un impacto directo en las necesidades reales de velocidad de los hogares. En muchos casos, el ancho de banda internacional requerido por un usuario es inferior a 5 Mbps, incluso durante la transmisión de contenido 4K, ya que los datos se mueven principalmente dentro de la infraestructura local.

Servicios como Amazon Prime Video, YouTube y Disney+ se benefician enormemente de esta configuración, con tasas de entrega local que superan el 95% de su tráfico global.

Sin embargo, aunque los CDN optimizan el tráfico y mejoran la eficiencia, no eliminan la necesidad de una red doméstica robusta.

Un router de baja calidad, con capacidades limitadas para manejar múltiples dispositivos simultáneamente o para priorizar diferentes tipos de tráfico, puede convertirse en un cuello de botella crítico.

Además, configuraciones deficientes, como ubicaciones incorrectas del router o interferencias, pueden estrangular el rendimiento de la red, independientemente de la velocidad contratada o de la proximidad de los servidores del CDN. Por ello, aunque los CDN reducen la dependencia de velocidades desmesuradas, la calidad de la infraestructura doméstica sigue siendo esencial para garantizar una experiencia fluida en un hogar conectado.

Casos específicos: cuando más no siempre es mejor

Un hogar hipotético de cuatro integrantes en Miami contrata un plan de 1 Gbps, confiando en las promesas de velocidad extrema y creyendo que cubrirá de manera holgada sus múltiples necesidades digitales.

Equipado con dos televisores 4K, varios teléfonos inteligentes, tabletas y dispositivos inteligentes como cámaras de seguridad y altavoces, el hogar parece ser el escenario perfecto para justificar esta inversión.

Sin embargo, incluso en los momentos de mayor uso, como cuando transmiten simultáneamente dos películas en 4K, realizan videollamadas y alguien juega en línea, el consumo total nunca supera los 300 Mbps. Este caso subraya que el potencial de 1 Gbps contratado queda ampliamente subutilizado.

Otro caso hipotético, también basado en patrones de consumo típicos, es el de una pareja en una zona rural de México que cuenta con un plan de 50 Mbps.

Aunque esta velocidad debería bastar para su actividad diaria, enfrentan interrupciones frecuentes en sus videollamadas y juegos en línea.

En este caso, el problema no es la velocidad contratada, sino la inestabilidad de la conexión, atribuida a una infraestructura de red poco confiable o a una alta latencia debido a la distancia con los servidores locales.

En Bogotá, una familia promedio decidió contratar un plan de 500 Mbps tras integrar un avanzado sistema de domótica con 30 dispositivos conectados, que incluye termostatos, cámaras de vigilancia, luces inteligentes y electrodomésticos controlados a distancia.

Aunque la velocidad contratada parecía adecuada, comenzaron a experimentar problemas de rendimiento cuando varios dispositivos intentaban operar simultáneamente.

Tras investigar, descubrieron que el verdadero cuello de botella no estaba en el ancho de banda, sino en su router, que no tenía la capacidad técnica para gestionar múltiples conexiones a la vez. Este router, diseñado para manejar entre 10 y 15 dispositivos, mostró ser insuficiente frente a cargas más elevadas, provocando desconexiones y lentitud.

Un último ejemplo hipotético se sitúa en Santiago de Chile, donde una familia promedio contrató un plan de 1 Gbps y conectó más de 40 dispositivos inteligentes en su hogar.

Aunque la velocidad contratada era mucho mayor de lo necesario, enfrentaron dificultades cuando sus dispositivos intentaban sincronizarse o actualizarse automáticamente.

Estos problemas no fueron causados por la falta de ancho de banda, sino por la saturación de la red doméstica, producto de un router que no podía manejar la concurrencia de tantas conexiones simultáneas.

Según un informe de Cisco, hogares con más de 25 dispositivos conectados necesitan routers de alto rendimiento que incorporen tecnologías como MU-MIMO, capaces de manejar múltiples flujos de datos sin interrupciones.

En todos estos casos hipotéticos, ningún hogar necesitó más de 300 Mbps para cubrir sus demandas reales, destacando que la velocidad contratada a menudo está muy por encima de lo que se requiere.

Estos ejemplos refuerzan la importancia de priorizar la calidad de la red doméstica y la estabilidad de la conexión sobre la contratación de velocidades excesivamente altas, que rara vez se aprovechan por completo.

 En conclusión, La cantidad de velocidad de Internet que un hogar realmente necesita depende más del uso que de los números publicitarios. Para la mayoría de los hogares, 100 a 300 Mbps son suficientes, siempre que se disponga de equipos adecuados y una conexión estable.

Aunque los ISP continúan empujando los límites de velocidad, el verdadero desafío para los usuarios es equilibrar sus necesidades con una infraestructura doméstica eficiente. Al final, más velocidad no siempre se traduce en una mejor experiencia.

 

-Referencias y fuentes:

  1. Akamai Technologies. (2022). State of the Internet Report. https://www.akamai.com
  1. Cisco Systems. (2023). Annual Internet Report (2018–2023). https://www.cisco.com
  1. (2022). Mobility Report June 2022. https://www.ericsson.com
  1. Federal Communications Commission. (2022). Broadband Speed Guide. https://www.fcc.gov/consumers/guides/broadband-speed-guide
  1. (n.d.). Internet Connection Speed Recommendations. https://help.netflix.com/en/node/306
  1. (2022). Global Internet Phenomena Report. https://www.sandvine.com
  1. Zoom Video Communications. (n.d.). System Requirements for Zoom. https://support.zoom.us/hc/en-us/articles/201362023-System-requirements-for-Windows-macOS-and-Linux
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