Una vaca, un cable y el silencio digital de una comarca

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En la región del País Vasco, en España, una vaca quedó enredada en cables de fibra óptica. Con el forcejeo, rompió el tendido y sumió a miles de personas en un inesperado apagón digital. No fue una broma rural ni una anécdota pintoresca.

Fue la confirmación de un problema estructural: la precariedad de las infraestructuras tecnológicas en zonas alejadas de los centros urbanos. Un problema que no distingue entre el llamado primer mundo y el resto.

 “Esto es algo habitual aquí”

Por: Gabriel E. Levy B.

Sucedió en la comarca de Enkarterri, al norte de España.

Durante más de una semana, cerca de tres mil habitantes de pequeños municipios vascos quedaron sin servicio de internet. ¿La causa? Un cable de fibra óptica colgando a baja altura fue enganchado por una vaca, que en su desesperación por soltarse terminó arrancándolo por completo.

El hecho fue registrado en video y difundido en redes sociales, donde no tardó en viralizarse.

Las autoridades locales reconocieron que este no era un caso aislado. En los últimos meses, ya se habían producido varios cortes por situaciones similares: animales, tractores, árboles caídos.

En todos los casos, la causa de fondo fue la misma: infraestructuras expuestas, sin protección, a merced del entorno y sin regulaciones claras que garanticen su durabilidad.

Los postes de madera envejecida, los cables a media altura y la inexistencia de ductos soterrados convierten cada jornada en una ruleta rusa digital.

 “Esto parece el territorio comanche”

La imagen de una vaca tumbando el acceso a internet puede parecer anecdótica, incluso cómica. Pero detrás de ella hay una realidad que dista de la caricatura.

 La desconexión digital tuvo consecuencias severas. Familias sin acceso a servicios bancarios, estudiantes sin clases, ancianos sin atención médica remota. Una semana bastó para desnudar la dependencia que hoy tenemos de la conectividad y lo poco preparados que estamos para protegerla.

El problema radica en la forma en que se ha desplegado la infraestructura en zonas rurales: con parches, con urgencias, sin planificación a largo plazo. Se priorizó el acceso rápido a los servicios, pero no su sostenibilidad.

Los tendidos aéreos, que hace décadas pudieron parecer suficientes, hoy resultan vulnerables ante cualquier accidente. Y mientras las ciudades evolucionan hacia redes más robustas y protegidas, las regiones rurales quedan congeladas en tecnologías precarias.

Como señala el urbanista y experto en desarrollo rural Jordi Borja, “la digitalización del territorio exige más que conectividad: requiere justicia territorial”. No basta con llegar con la señal; hay que garantizar su permanencia, su calidad y su equidad.

“En América Latina esto sería apenas un martes cualquiera”

Si en España, un país con altos índices de desarrollo tecnológico, una vaca puede aislar a una comarca entera durante días, lo que ocurre en muchos países de América Latina roza la tragicomedia diaria.

En regiones rurales de México, Colombia, Argentina o Perú, las interrupciones del servicio de internet por fallas estructurales, animales, tormentas o simples accidentes domésticos son el pan de cada día.

En el altiplano boliviano o en los valles de Guatemala, es común ver cables de telecomunicación cruzando las calles como lianas desordenadas, sujetos a postes de madera podrida o colgados entre casas de adobe.

La diferencia radica en la naturalización del problema. Mientras en Europa el incidente de la vaca se convierte en noticia nacional y provoca debates parlamentarios, en Latinoamérica apenas levantaría una ceja.

Porque allá, cuando no es una vaca, es un árbol, o una tormenta, o el olvido institucional. Y cuando todo eso falla, siempre queda el saboteo informal, los robos de cable, las conexiones improvisadas. La conectividad en muchas zonas del sur global no es un derecho garantizado, sino un lujo intermitente.

“Infraestructura rural: el gran pendiente tecnológico”

Más allá del caso de la vaca vasca, el incidente revela un problema común a muchos países: la desconexión entre las promesas tecnológicas y la realidad de su implementación.

Se habla de ciudades inteligentes, de 5G, de inteligencia artificial, pero los pilares básicos de la conectividad siguen siendo endebles en vastas zonas del territorio. Y no se trata solo de países en vías de desarrollo. Incluso en naciones consideradas pioneras en digitalización, los entornos rurales suelen quedar relegados.

Este fenómeno, que autores como Manuel Castells han llamado “la geografía de la exclusión informacional”, no es accidental. Responde a un modelo de expansión basado en la rentabilidad inmediata. Los centros urbanos, densamente poblados, reciben atención prioritaria; los pueblos dispersos, en cambio, quedan fuera del radar de inversión. Así, la brecha digital no es solo una cuestión de acceso, sino también de calidad, de estabilidad, de dignidad.

La solución no pasa únicamente por la inversión en nuevas tecnologías, sino por una reconfiguración del modelo de infraestructura. Apostar por ductos soterrados, por redes resistentes a la intemperie, por un mantenimiento constante y por regulaciones que impidan el abandono. Porque mientras los discursos tecnológicos avanzan a toda velocidad, hay pueblos donde una vaca todavía puede desconectar el presente y el futuro.

En conclusión, El incidente en el País Vasco, protagonizado por una vaca y un cable, es mucho más que una anécdota rural.

Es una alerta. La infraestructura digital, que sostiene nuestras vidas cotidianas, necesita planificación, inversión y justicia territorial. En España, y aún más en América Latina, garantizar una conectividad estable en zonas rurales sigue siendo un reto pendiente que condiciona la equidad y el desarrollo.

Referencias:

  • Borja, J. (2003). La ciudad conquistada. Alianza Editorial.
  • Castells, M. (2001). La era de la información: economía, sociedad y cultura. Vol. 1. Siglo XXI Editores.
  • Vommaro, G. (2015). Mundo pro: la nueva derecha argentina. Editorial Planeta.
  • El País (20 de abril de 2025). “Una vaca tira del cable y se tambalea el futuro de una comarca vizcaína.” Disponible en: elpais.com

 

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