A propósito de la preocupación que desencadenó en la población el reciente cambio en las condiciones de privacidad por parte de Whats App[1], resulta pertinente reflexionar acerca del fenómeno del Lifelogging, un estilo de vida adoptado por un creciente número de personas alrededor del mundo, alimentando la discusión sobre la huella digital, al tiempo que psicólogos y sociólogos reflexionan acerca de su impacto.
¿Qué es el Lifelogging y cómo impacta en la sociedad contemporánea?
Por: Gabriel E. Levy B.
El concepto de de Lifelogging, se refiere a la proceso mediante el cual los seres humanos llevan un registro minucioso y pormenorizado de su vida cotidiana, mediante múltiples dispositivos digitales de captura de información, incluyendo registro en video, fotográfico, ubicación detallada de lugares visitados, registro de alimentos consumidos, signos vitales, entre muchos otros aspectos, lo cual se ha visto potenciado con la masificación de los denominados Smartphones y Smartwatch, que permiten la captura integral de esta información[2].
En términos simple el Lifelogging es una bitácora digital, manual o automática, que registra de forma generalmente voluntaria y constante información relevante de la vida de las personas.
Un concepto antiguo
Llevar un registro de actividades cotidianas en forma cronológica, se remonta a la Antigüedad Clásica, en Persépolis se encontraron los primeros indicios de esta forma de escritura, mediante grabaciones sobre tablas de arcilla en las que se plasmaba información de la vida de las personas, de eventos sociales o de situaciones climáticas o astronómicas, al igual que transacciones comerciales.
En la edad media y el renacimiento, con el desarrollo de la navegación marítima aparecieron las bitácoras de viajes, utilizadas hasta los tiempos presentes y en los cuales, los marinos, en sus respectivas guardias, registran los datos de lo acontecido en los viajes[3].
Con la aparición de la revolución industrial, el movimiento de la ilustración y el desarrollo de la ciencia moderna, los profesionales de múltiples disciplinas se acostumbraron a llevar diarios con el registro de la evidencia y de los procesos aplicados.
Si bien se desconoce el concepto de diario personal que tan antiguo puede ser, es decir aquel que se lleva para registrar la vida cotidiana, es posible establecer que su masificación ocurrió en el siglo XX, luego de que se publicara el libro del diario escrito por Anna Frank en tiempos de la segunda guerra mundial[4].
Tal vez el diario personal más icónico y grande producido hasta ahora, es el Robert Shields, un conocido salvavidas, quien registró manualmente 25 años de su vida desde 1972 hasta 1997, en intervalos de 5 minutos. Este récord resultó en un documento autobiográfico de 37 millones de palabras, que se cree que es el más largo jamás escrito[5].
Las bitácoras digitales
A principio de la década de los 80s, el reconocido informático Norte Americano, Steve Mann, fue la primera persona en capturar datos fisiológicos continuos junto con un video en vivo en primera persona desde una cámara portátil. Sus experimentos con la informática portátil y la transmisión de vídeo, llevaron a la posterior construcción de la cámara web inalámbrica portátil[6].
A partir de 1994, Mann transmitió continuamente su vida, 24 horas al día, 7 días a la semana, e invitó a otros a ver lo que estaba mirando, así como a enviarle feeds en vivo o mensajes en tiempo real.
En 1998, Mann inició una comunidad de lifebloggers (también conocidos como lifebloggers o lifegloggers) la cual alcanzó más de 20.000 miembros[7].
En diciembre de 1999, Josh Harris, uno de los muchos pionero de Internet y quien creó el experimento social de arte conceptual denominado: “Vivimos en público”, mediante el cual transmitía por Internet las 24 horas del día, los 7 días de la semana[8], a través de un formato similar al del Gran Hermano de la televisión, Harris colocó teléfonos, micrófonos y 32 cámaras robóticas en la casa que compartía con su novia, Tanya Corrin[9].
En 2003, se inició un proyecto llamado LifeLog en la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa – DARPA (la misma que creó y financió ARPANET), bajo la supervisión de Douglas Gage. Este proyecto combinaría varias tecnologías para registrar las actividades de la vida, con el fin de crear un diario de vida. Poco después, la noción de registro de la vida se identificó como una práctica tecnológica y cultural que podría ser explotada por gobiernos, empresas o militares a través de la vigilancia[10].
Si bien el proyecto Lifelogging de DARPA fue cancelado en 2004, la iniciativa ayudó a popularizar la idea y el uso del término Lifelogging en el discurso cotidiano y dio paso al concepto que toma fuerza y se masifica en la contemporaneidad.
Un fenómeno que toma fuerza
A medida que los denominados SMART: Smartphone, SmartWatch, etc, se han venido popularizando globalmente, el Lifelogging ha crecido también. Para Jorge Fraganillo, investigador de la Universidad de Barcelona, autor del estudio ‘Lifelogging’: el fenómeno de las cajas negras personales, asegura que sin darnos cuenta y gracias a múltiples dispositivos tecnológicos que cargamos de forma permanente con nosotros, como es el celular, estamos dejando una huella digital que se convierte en un registro pormenorizado de todas nuestras actividades, lo que podríamos denominar como el Lifelogging espontáneo.
“El dispositivo por excelencia para hacer lifelogging está en la palma de todos y es el móvil. Los usuarios, con sus aplicaciones de mensajes instantáneos y de correo electrónico, sus publicaciones en medios sociales y álbumes digitales de fotos, ya están creando una referencia cronológica y geográfica, pues muchas personas llevan un registro continuo y minucioso en tiempo real de diversos aspectos relevantes de su propia vida[11]”
Por su parte el reconocido escritor de Ciencia Ficción, Ted Chaing, quien ha reflexionado ampliamente sobre este tema y su impacto en la vida de las personas, aseguró en una entrevista para el diario el País de España, que:
“El mejor ejemplo son las redes sociales y sus aplicaciones que constituyen lo que Fraganillo llama “una autobiografía digital” del usuario. Las más populares —Instagram, Facebook, Twitter, WhatsApp, TikTok— ya integran la mayoría de estas funciones del lifelogging. “Si usas las redes sociales estás haciendo lifelogging; aunque hacer lifelogging no sea necesariamente tu intención”, advierte Ted Chaing, escritor de ciencia ficción en un artículo publicado recientemente por la revista Retina del diario El País de España[12].
El principal problema, de lo que hemos denominado: “Lifelogging espontáneo”, es que las personas que sirven para proveer la información, no necesariamente son conscientes de este fenómeno, y puede llegar a ocurrir, o puede estar ocurriendo, que terceros, como las corporaciones dueñas de los medios sociales o los fabricantes de móviles, estén construyendo e individualizando por cada usuario un tipo de Lifelogging con registro de todas las actividades de su vida, sin que siquiera dicha persona tenga conocimiento y probablemente haya dado su aprobación al aceptar la letra menuda de los términos de uso y políticas de privacidad.
El lifelogging a otro Nivel
De manera paralela, existe otro tipo de lifelogging que podríamos denominar el intencional y que ocurre a otro nivel, como la SnapCam y YoCam, aparatos capaces de grabar todo lo que ve el usuario durante horas seguidas y compartir el material instantáneamente y aplicaciones que lo registran todo, como EXIST.
El que hemos denominado lifelogging Intencional, puede ocurrir cuando un sujeto voluntariamente decide recabar toda la información que arrojan los dispositivos digitales de uso cotidiano y la procesa con fines de llevar un registro pormenorizado de su vida privada, creando un tipo de diario digital cuya fuentes de información son precisas, digitales y automatizadas y que eventualmente puede combinar con registros manuales, si así lo desea.
Para la socióloga y analista digital Marta Espuny Contreras, entrevistada y citada por la misma Revista Digital Retina del diario El País de España:
“Las implicaciones del lifelogging —muchas veces relacionadas a herramientas de Inteligencia Artificial, como el reconocimiento facial— podrían ser una de las mayores amenazas para la privacidad de los usuarios, No solo porque haya personas que no decidan grabarse y vayan a ser grabadas, sino porque ni siquiera nos hemos parado a pensar en ello[13]”,
Independientemente de si se trata del lifelogging Intencional o espontáneo, es evidente que existe un considerable riesgo para la privacidad de la personas, pues un cúmulo de información de gran envergadura pasa a estar en manos no solamente de la persona que produce la información, sino de los fabricantes de las aplicaciones y software que pueden usar los datos con fines comerciales, publicitarios o incluso de espionaje y militar.
Al respecto Jorge Fraganillo considera que:
“Dado que la explotación de los datos que se derivan del lifelogging tiene un potencial considerable, esta práctica se ha vuelto objeto de debate y han surgido iniciativas que abogan por un uso socialmente responsable de la información sensible que genera[14]”
Un negocio multimillonario
El fenómeno del lifelogging podría llegar a convertirse en la principal fuente de obtención de información para el denominado negocio de: Los Data Brokers, tema que analizamos ampliamente en un artículo anterior[15], también conocidos como vendedores o comercializadores de datos, es decir personas o empresas que se dedican a recoger información de los consumidores mediante algoritmos, ya sea con o sin su permiso, y que la venden a un tercero que esté interesado en obtener dicha información, para diversos fines legales, o no.
En términos sencillos, Los data brokers son empresas dedicadas a la recopilación, procesamiento y venta de información personal, en un mercado global creciente de alta demanda de compradores, algunos legales y otros al margen de la ley.
El mercado de los Data Brokers es un negocio próspero que crece alrededor del mundo y no solo se trata de compañías multimillonarias como Google o Facebook que amasan fortunas manipulando los datos de los usuarios, sino también de oscuras organizaciones que venden esta información en la Dark Web, un mercado creciente y en el que el lifelogging se puede convertir en una fuente de ingresos colosal[16].
En Conclusión, si bien el lifelogging, no es necesariamente un fenómeno reciente, su masificación en los últimos años lo ha convertido en un riesgo para la privacidad de las personas, ya sea que se haga de forma consciente por parte del usuario o de forma espontánea sin que incluso este lo sepa, generándose una huella de información colosal que puede impulsar el comercio de información a través de los Data Brokers, en un creciente mercado tanto legal como irregular.
Para muchos expertos en la materia, El fenómeno del lifelogging, debería ser objeto de mayores análisis académicos y de una más rigurosa regulación por parte de los gobiernos alrededor del mundo.