La agónica crisis de la Televisión por Suscripción

 

La industria de la denominada “Televisión por Suscripción”, fue una de las más prósperas en el segmento de telecomunicaciones a finales del siglo pasado, creció como espuma alrededor del mundo, sedujo a millones de personas e impulso significativamente el fenómeno de la globalización cultural, sin embargo, para la segundo década del siglo XXI, este modelo pareciera estarse agotando en una crisis sin precedente que podría marcar el final de una era.

 

¿Por qué entró en una profunda crisis la Industria de la Televisión por Suscripción?
Por: Gabriel E. Levy B.
www.galevy.com

 

De la misma forma en que culpamos a Netflix por acabar repentinamente con Blockbuster, podríamos hacerlo con el aparente, lento y agónico final del negocio de la Televisión por suscripción, pero si bien Netflix tiene mucho que ver y podría considerarse eventualmente como un detonante, el fenómeno es muchísimo más complejo y encierra un cúmulo de adversas variables, las cuales individualmente no serían suficientes para minar una industria tan próspera, pero que, en su conjunto, parecieran estarla condenando a una lenta muerte.

El fenómeno del Streaming de Video

A principios de la década de los noventa, pensar en el consumo masivo de video por Internet, es decir un modelo sostenible de BROADBAND, parecía un tema de ciencia ficción, para aquel entonces la Web exclusivamente estaba compuesta por textos, fotos, audio y de pronto algún corto video, sin embargo el despliegue de un contenido audiovisual completo, era sencillamente imposible, la compresión del video estaba en sus primeros pasos y las técnicas de streaming eran primitivas, pero la mayor limitación, radicaba en los ancho de banda de la época, que difícilmente podían transmitir de forma fluida, secuencias de cuadros por segundos.

Adicionalmente la posibilidad de millones de usuarios consumiendo simultáneamente un mismo video, para aquel entonces, requería de inversiones económicas en infraestructura y desarrollos tecnológicos tan avanzados, que simplemente para ese momento era un imposible financiero y tecnológico.

Esta realidad consolido otras formas de masificación del consumo de video, una de ellas fue el Broadcast a través de redes privadas, la mayoría de ellas coaxiales o HFC, es decir se consolido ampliamente el negocio de la Televisión por Suscripción cableada, en alternancia con la Televisión por suscripción Satelital.

La entrada de nuevo Milenio trajo un crecimiento exponencial en las capacidades de ancho de Banda en Internet, tanto en los canales de datos Internacionales por fibra óptica, como la llegada de la Fibra al Hogar, permitiendo el tránsito del video a través de la red, factor que se vio adicionalmente potenciado con los denominados CDN, o Datacenters, que, al segmentar localmente el tráfico, viabilizó el video online.

La posibilidad de una comunicación en doble vía en tiempo real, redes de gran capacidad y Servidores locales (CDN), materializó el video en Demanda y de esta forma el Streaming de Video a la carta VOD, incluso en calidades antes insospechadas (HD y 4 y 8K), creando una experiencia que transformó la industria audiovisual, lo que dio lugar al crecimiento exponencial de Youtube en formato gratuito y Netflix de Pago. Años más tarde el surgimiento de Prime Video, Paramount, Disney+ y todas las demás entraron a enriquecer el mercado en una explosión y oferta de contenidos audiovisuales, nunca vistos en la historia de la humanidad.

Este modelo en si mismo no representó el fin de la Televisión por Suscripción, pues se consolidó como un servicio adicional o de valor agregado, es decir una segunda y tercera pantalla de consumo audiovisual.

La postura de los programadores

A medida en que el Video a la Carta (VOD) se fue consolidando, lo lógico en el mercado era que los programadores de contenidos (Canales Internacionales de pago), desarrollaran un modelo de tarifas mucho más competitivo, para fortalecer la posición de los cable operadores en el mercado (Ellos crecieron gracias a los Cableoperadores), sin embargo y por el contrario los programadores o se mantuvieron en su esquemas de costos o aumentaron sus listas de precio, asfixiando a sus socios locales,  dejándolos en una clara desventaja frente a las plataformas OTT y su nutrida oferta de contenidos de gran calidad y bajo costo.

La realidad actual es que para los cableoperadores ya no es rentable operar el servicio de Televisión por Suscripción en Latinoamérica, este servicio se ofrece en la mayoría de los casos, con márgenes de operación inviables.

Adicionalmente muchos programadores (Canales de Televisión de Pago) decidieron como era de esperarse, entrar a competir en el mercado del Streaming, lanzando sus propias plataformas, como ocurrió en el caso de Disney o de HBO y el grupo Warner, con HBO MAX, jugando a dos bandas, con los Cableoperadores y contra los cableoperadores.

Bajo este escenario los Cableoperadores no solo comenzaron a enfrentar la competencia desleal y parasitaria en sus redes de las plataformas OTT de Streaming como Netflix, que distribuyen sus contenidos usando las redes de fibra óptica y coaxiales de los proveedores de televisión por suscripción sin pagar una contraprestación, sino que sus aliados naturales, es decir los programadores, en vez de ayudarlos, se encargaron de comprometer aún más su viabilidad económica, operacional y financiera.

La piratería

A medida que el Streaming de video se consolidó, casi en igual proporción se disparó la piratería de contenidos por Internet, desde descargas de películas gratis, hasta plataformas que transmiten canales de televisión en vivo por internet sin costo alguno, toda una variopinta selección de productos ilegales, que ponen en riesgo a toda una industria, que no puede competir con un mercado subterráneo de contenidos que no pagan un solo centavo por derechos de autor, lo cual agrava aún más la compleja situación de todos los cableoperadores.

Excesiva carga de derechos autor

Resulta paradójico que mientras la piratería aumenta, la carga de compensaciones por derechos de autor aumente para los cableoperadores legales que ya no solamente deben cancelar el valor de los contenidos a los dueños de la programación, sino que con el paso del tiempo han emergido nuevas contribuciones obligatorias como el de las sociedades colectivas de gestión de derechos de autor, que exigen el pago de contraprestaciones en nombre de compositores, músicos, autores de guiones, actores y hasta directores, generando una sobrecarga económica que termina por minar la viabilidad del negocio.

Asimetría Regulatoria

Mientras los operadores nacionales, regionales y locales de Telecomunicaciones deben cumplir una estricta normatividad legal y regulatoria, los operadores de streaming por Internet gozan de prácticamente total impunidad, la mayoría de los países de Latinoamérica no han regulado la operación de servicios de streaming en línea, ni de video en demanda digital, generándose una inconveniente asimetría en los mercados, que además de injusta, termina favoreciendo a jugadores internacionales en contra de los proveedores y las industrias nacionales, en una cancha de juego que si bien debería ser horizontal, pareciera ser una empinada cumbre en donde las plataformas OTT juegan cuesta abajo y los proveedores de telecomunicaciones juegan cuesta arriba.

Competencia desleal

La cereza en el pastel es la competencia desleal de los mismos operadores, por un lado, grandes jugadores internacionales intentan mantener posiciones monopolizantes en el mercado, que van desde subsidios cruzados con la tarifa de internet, pasando por acuerdos de precios exclusivos con programadores, hasta beneficios gubernamentales en el uso exclusivo de infraestructura como posteria y redes subterráneas, amenazando la libre competencia y el equilibrio de mercado.

En otra orilla se ubican los operadores que sub-reportan usuarios o los que simplemente distribuyen ilegalmente las señales, violando las leyes de propiedad intelectual, ante la inacción de muchos gobiernos.

Abandonar el negocio: La salida más eficiente

Ante la grave situación muchos operadores han optado por renunciar a la prestación de los servicios de Televisión por suscripción, y muchos lo harán en los próximos años, concentrándose en el negocio de la provisión de Internet, muchos de ellos ofreciendo planes en plataformas de Streaming, de tal manera que han decidido convertir al enemigo en aliado, mientras otros simplemente están dejando que el usuario contrate por cuenta propia la provisión de contenidos, mientras las compañías de telecomunicaciones se concentran en nuevos servicios como domótica, seguridad ciudadana, Nube y servicios en la nube, entre otros, que sin duda resultan mucho más rentables.

En Conclusión, El fenómeno del Streaming de video, la desleal postura de los proveedores de programación, el crecimiento de la piratería, la excesiva carga en derechos de autor, la asimetría regulatoria y la competencia desleal, están minando la industria de la Televisión por Suscripción a un punto de no retorno, obligando a muchos operadores a renunciar a la provisión de servicios de televisión Broadcast en redes privadas y limitándose a la prestación de servicios de red y sus derivados, lo cual podría representar en pocos años el final de la era de uno de los negocios más prósperos que la industria de telecomunicaciones haya presenciado, mientras la provisión de contenidos a través de Internet, mediante tecnología Broadband, crece como espuma, en un segmento que se está concentrado principalmente en grandes jugadores internacionales, lo cual erosiona las industrias locales y pone en riesgo la identidad cultural de nuestras regiones.

 

Descargo de Responsabilidades: Este artículo corresponde a una revisión y análisis en el contexto de la transformación digital en la sociedad de la información, y es un artículo de opinión de su autor y por tanto la información que contienen no necesariamente representan la postura de Andinalink.

Deja un comentario

Facebook
Facebook
YouTube
YouTube
Instagram
Scroll al inicio
Abrir chat
1
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte? Contáctanos y te atenderemos directamente