Foto: Josh Riemer en unsplash

Cerebros conectados. ¿estamos cerca de la telepatía?

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Desarrollar una interfaz entre el cerebro humano y los objetos a dispositivos externos es un sueño que podría ayudar a millones de personas que han perdido su movilidad o alguno de sus sentidos, e incluso abre la posibilidad de la telequinesis: controlar cosas con la mente, sin contacto directo. El más reciente proyecto al respecto, Neuralink, empresa fundada por el inversionista Elon Musk, revela ventajas y riesgos de esta tecnología. 

¿Es posible conectar el cerebro a máquinas?

Por: Gabriel E. Levy B. y Sergio A. Urquijo M.
www.galevy.com
 

Desde hace décadas, ingenieros y científicos han buscado soluciones para un problema que afecta a miles de personas: la perdida de conexión de órganos del cuerpo con las partes del cerebro que ordenan movimientos y perciben sensaciones. La causa más frecuente son los accidentes en los que se rompen los nervios, pero también enfermedades degenerativas que los deterioran.

Para sorpresa de todos, el conocimiento del funcionamiento del cerebro resultó avanzar más rápido que la posibilidad de reconstruir dichos nervios, cuya constitución sigue siendo un enorme desafío.

Así, proyectos desarrollados en las últimas décadas han buscado conocer cómo envía en cerebro señales eléctricas y qué partes se encargan de ciertas tareas (como mover un brazo o percibir una imagen enviada por el ojo) para luego sustituir los nervios por cables y chips implantados.

Así, en 2016 el mundo se sorprendió con el caso de Nathan Copeland, un estadounidense de 33 años que quedó parapléjico tras romperse la médula espinal a la altura del cuello en un accidente de auto. Ese año, científicos de la Universidad de Pittsburgh lograron conectar el cerebro de Copeland a un sofisticado brazo robótico, mediante cuatro electrodos: dos en la corteza motora, que es la zona donde se ordena el movimiento, y dos en la corteza sensorial, que percibe la presión y la ubicación del brazo[1].

Con mucho entrenamiento y tras acostumbrar al cerebro al nuevo tipo de interacción, el paciente logró mover el brazo robótico para tareas muy simples, y continúa colaborando con el laboratorio mientas el sistema mejora.

Desde entonces varias personas que habían perdido la movilidad de gran parte de su cuerpo han recibido implantes experimentales similares, mientras miles más esperan que estas soluciones mejoren y entren al mercado.

Desarrollando un control “telepático”

 Casos como este estimularon a los inversionistas del sector tecnológico, quienes comenzaron a financiar universidades y empresas en el campo. La propuesta más audaz hasta ahora es la de Elon Musk, fundador de las empresas PayPal y Space X, que el año pasado comunicó la creación de un nuevo emprendimiento: Neuralink, cuyo objetivo es generar esa conexión, pero de manera inalámbrica, segura y más completa. Así lo indica la página web de la compañía[2], que se caracteriza por su discreción.

“Estamos diseñando el primer implante neural que te permitirá controlar un computador o dispositivo móvil en cualquier lugar a dónde vayas.”

Neuralink

Aunque la compañía lleva ya dos años trabajando de forma muy discreta, la iniciativa saltó a los medios con la presentación, hace unas semanas, de un video en el que un mono jugaba un sencillo videojuego que controlaba mediante un microchip implantado en el cerebro.

El video fue presentado por el mismo Musk, quien aprovechó para dar una descripción del proyecto y de sus alcances, aunque afirmó que el primer objetivo es permitir que una persona con limitaciones de movimiento pueda acceder y controlar a dispositivos digitales, lo que a su vez le permitiría manipular equipos y hasta automóviles.

“Nuestro primer objetivo es devolver a las personas con parálisis su libertad digital”

Elon Musk

Lo que podría ganar la humanidad

 Las ventajas de este desarrollo son muchas, por el solo hecho de que cada vez más máquinas, aparatos y sistemas que integran nuestra vida cotidiana dependen de un computador. Por tanto, conectar el cerebro inalámbricamente permitiría no solo manejar cualquier dispositivo, sino incluso conectarse a otros cerebros y a internet.

Entre las promesas más inmediatas están las aplicaciones médicas, como la que señala Musk, que podrían devolver la visión a quienes la hayan perdido por daños en el ojo o en el nervio óptico, pues podría conectarse una cámara inalámbrica directo a las zonas del cerebro que procesan la visión. Lo mismo aplicaría la pérdida de otros sentidos, como la audición.

También podría aplicarse al almacenamiento de memoria, si los científicos del proyecto y de iniciativas similares (pues son muchas además de Neuralink) logran entender y desentrañar el funcionamiento de la memoria. Esto sería de gran utilidad a quienes sufren de alzhéimer o amnesia, pero también permitiría, como señala el mismo Musk, almacenar recuerdos e información en computadoras y recuperarlos luego para nuestra memoria, o incluso implantar recuerdos. Pero para eso falta bastante investigación.

Para alguien que haya vivido lo que Nathan Copeland ha vivido después de su accidente y en su papel de colaborador con la ciencia, el plan de Neuralink es completamente válido y necesario. Él mismo afirmó al Technology Review de MIT que no dudaría en ponerse un implante de este tipo, pues su brazo robótico sigue estando conectado por cables, lo que implica muchas complicaciones, y consideró la idea de la interfaz inalámbrica como un nuevo paso.

“Pensé que era realmente genial, y por un momento llegué a sentirme un poco celoso de la persona que lo acabará llevando. Si suponemos que funciona, esa persona podrá hacer cosas geniales y ser la nueva estrella del mundo BCI. Si todo sale bien, definitivamente cambiará el mundo y nuestro punto de vista sobre estas cosas”.

Nathan Copeland

 Los riesgos que implica

 Por supuesto, como en cualquier desarrollo tan audaz, el proyecto de Neuralink y sus similares conlleva riesgos que no se pueden pasar por alto.

Por un lado, están los riesgos para la salud, pues como los investigadores de Pittsburgh advierten, todo implante puede sufrir daños, y esos daños pueden a su vez afectar al paciente. Claramente, un implante en el cerebro es mucho más delicado, pues un daño allí sería tan grave como los que pretende arreglar.

Por eso las autoridades estadounidenses, con la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, considera que estos implantes solo pueden ser usados experimentalmente en personas con parálisis que están dispuestas a tomar el riesgo, y no deben estar en personas sanas hasta que no haya un avance mucho mayor.

Elon Musk, por su lado, a manifestado que toda persona sana debería ser libre de decidir si llevar un implante de este tipo. Lo cierto es que este es un tema médico y ético que apenas empieza desarrollarse, pues hasta hace poco la posibilidad de estos implantes no salía de las películas de ciencia ficción.

 “La FDA no quiere que se introduzca nada en la cabeza de alguien con un cuerpo funcional, porque los electrodos que se atascan en la corteza motora podrían perjudicar alguna función. Así que comenzar con personas que ya perdieron alguna función es un buen punto de partida. Es una tecnología que podría ser de gran ayuda para un amplio rango de enfermedades y podría permitir nuevos avances”.

Nathan Copeland

 Pero al ser los implantes parte de una interfaz mente-computador, aparecen muchos otros riesgos aún más complejos, tanto tecnológicos como éticos. ¿cómo afectaría un fallo informático o un virus al cerebro conectado? ¿Sería posible hackear una mente y entrar en ella para robar información o alterar recuerdos y pensamientos? ¿Puede convertirse esta, al igual que la ingeniería genética, en otra área de discriminación para las personas de menos recursos?

Es por estas dudas que las autoridades del mundo exigirán mucha más investigación antes de dar luz verde a la comercialización de cualquier sistema de este tipo. También los investigadores lo tienen claro, aunque Musk haya hablado de pocos años al referirse al tiempo en que el proyecto Neuralink estará maduro.

Jennifer Collinger, investigadora del departamento de Medicina Física y Rehabilitación de la Universidad de Pittsburgh, el lugar donde desarrollaron el sistema robótico para Nathan Copeland, dijo a BBC que a pesar de los enormes recursos financieros y el fuerte equipo de trabajo del proyecto Neuralink, puede tardar más de lo que Musk ha estimado.

“El desarrollo de dispositivos médicos toma tiempo y la seguridad necesita ser una de las principales prioridades, por lo que sospecho que este proceso tomará más tiempo que el que se han establecido como objetivo”[3]

Jennifer Collinger

De cualquier modo, los avances hasta el momento siguen siendo tan asombrosos que, incluso si Neuralink no logra cumplir sus objetivos en el plazo previsto, sí alentará a otros inversores a patrocinar los costosos pero fascinantes proyectos que comienzan a unificar al humano con los sistemas.

En Conclusión, la interconexión entre sofisticados sistemas electrónicos y la biología humano ya no solo ocupa los espacios de la ciencia ficción, tecnologías como la de Neuralink promovidas por Elon Musk, materializarán el sueño de conectar a la mente con sistemas computarizados, mejorando por un lado la calidad de vida de millones de personas en el mundo que han perdido extremidades, permitiendo acceder de forma mucho más comprensible al interior de la mente humana, al tiempo que se abre un debate ético, moral y médico cargado de incertidumbres

[1] https://www.technologyreview.es/s/6397/un-paraplejico-vuelve-sentir-mediante-un-brazo-robotico-conectado-su-cerebro
[2] https://neuralink.com/
[3] https://www.bbc.com/mundo/noticias-53955394

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