Latam-GPT: el sueño de una IA latinoamericana

Este artículo está patrrocinado por Phicus 

Un modelo de inteligencia artificial nacido en América Latina.

Esa es la ambición de Latam-GPT, un proyecto colaborativo que busca desarrollar un sistema de lenguaje con raíces en la cultura, la historia y la diversidad del continente.

Con la promesa de ofrecer un enfoque inclusivo y representativo de la región, el modelo ha despertado expectativas, pero también cuestionamientos. ¿Es realmente un paso hacia la soberanía tecnológica o solo una versión regional de modelos controlados por gigantes globales?

Un anhelo de independencia tecnológica

Por: Gabriel E. Levy B.

En muy corto tiempo, la inteligencia artificial se consolidó como una de las herramientas más transformadoras de la era digital.

Sin embargo, su desarrollo está dominado por corporaciones y gobiernos de Estados Unidos, China y Europa, dejando a América Latina en un rol de consumidor más que de creador.

Latam-GPT surge como una respuesta a esta realidad.

Impulsado por el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (Cenia) de Chile y respaldado por más de 30 instituciones de distintos países, el proyecto pretende cambiar la relación de la región con la IA.

Se trata de un modelo de lenguaje de gran escala, comparable a ChatGPT de OpenAI, que busca captar las particularidades del español y portugués latinoamericano, además de integrar conocimientos locales en su entrenamiento.

El proyecto fue anunciado en la Cumbre para la Acción sobre la Inteligencia Artificial, que se desarrolló los pasados 10 y 11 de febrero en París, y se trata de un modelo de Lenguaje de Gran Escala, similar al Chat-GPT o DeepSeek, cuyo objetivo principal es “reflejar la cultura, el lenguaje y la historia” de la región, ofreciendo “información más precisa y representativa de los contextos locales”.

La iniciativa no es menor.

Para su desarrollo, se han reunido 8 terabytes de información provenientes de bibliotecas virtuales y documentos de organismos públicos y privados.

Además, la Universidad de Tarapacá en Chile ha invertido en un supercomputador para entrenar el modelo, con el objetivo de reducir la dependencia tecnológica de América Latina respecto a potencias extranjeras.

Pero, ¿es realmente una ruptura con el dominio de los gigantes tecnológicos o solo una adaptación del mismo modelo con un nuevo nombre?

Un modelo que responde a la realidad de América Latina

Uno de los principales argumentos de los impulsores de Latam-GPT es la necesidad de contar con una IA que comprenda el contexto y las particularidades de América Latina.

Según el gerente del Cenia, Rodrigo Durán, los modelos actuales “si bien son de alta calidad, su comprensión del contexto latinoamericano podría enriquecerse y perfeccionarse”.

Gran parte de las inteligencias artificiales existentes han sido entrenadas en inglés y reflejan sesgos culturales de los países donde fueron desarrolladas. Investigaciones como las de Kate Crawford, en Atlas of AI, han demostrado cómo los modelos de IA replican y amplifican desigualdades estructurales.

En este sentido, Latam-GPT se presenta como una alternativa para evitar que América Latina quede rezagada en el desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones.

Pero la creación de un modelo lingüístico regional no es solo un tema de representación cultural.

También tiene implicaciones prácticas.

Un sistema de IA mejor entrenado en la realidad latinoamericana podría mejorar aplicaciones en educación, salud y políticas públicas, áreas donde las brechas tecnológicas y de acceso a la información siguen siendo profundas.

No obstante, el proyecto también enfrenta desafíos.

En términos técnicos, el entrenamiento de modelos de lenguaje requiere un nivel de procesamiento computacional y recursos energéticos que pocos países de la región pueden costear.

Además, el acceso a datos de calidad y la diversidad de dialectos y expresiones locales podrían dificultar su desarrollo y precisión.

¿Realmente un camino hacia la soberanía tecnológica?

Uno de los cuestionamientos más profundos hacia Latam-GPT es si realmente logrará una independencia tecnológica para América Latina o si, en el fondo, sigue replicando un modelo de desarrollo controlado por intereses externos.

Ulises A. Mejías, experto en tecnología y poder, ha advertido sobre la ilusión de soberanía que pueden generar estos proyectos. Junto con el investigador Nick Couldry, Mejías ha planteado la teoría del colonialismo de datos, argumentando que la digitalización de la información no necesariamente empodera a las regiones periféricas, sino que puede reforzar su dependencia de las grandes potencias tecnológicas.

En ese sentido, Mejías cuestiona si Latam-GPT realmente propone una nueva forma de entender la inteligencia artificial o si simplemente adapta el modelo de OpenAI y Google para un mercado regional sin cuestionar los principios económicos y políticos detrás de estos sistemas.

¿Será una herramienta para mejorar la vida de las personas en América Latina o solo una oportunidad para competir en el mismo juego diseñado por las potencias tecnológicas?

La historia reciente muestra que la región ha dependido de tecnología extranjera en la mayoría de sus desarrollos digitales.

Empresas como MercadoLibre o Rappi, aunque exitosas, funcionan dentro de lógicas establecidas por Silicon Valley.

Si Latam-GPT no consigue generar una infraestructura y un ecosistema propio, podría terminar siendo solo una versión latinoamericana de un modelo creado en el Norte Global.

Casos concretos: infraestructura, impacto ambiental y acceso

El desarrollo de Latam-GPT ha requerido una inversión significativa.

Se estima que el financiamiento inicial, aportado por el Cenia de Chile y la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), supera los 500 mil dólares.

Además, la Universidad de Tarapacá ha destinado 4,5 millones de dólares en la compra de un supercomputador capaz de entrenar el modelo.

Este nivel de inversión plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del proyecto.

¿Cómo se financiará en el largo plazo? ¿Podrán otros países aportar recursos similares para expandirlo?

Otro aspecto crítico es el impacto ambiental.

Estudios como los de David A. Patterson han demostrado que entrenar un modelo de lenguaje puede generar una huella de carbono considerable.

En el caso de Latam-GPT, sus creadores han asegurado que la infraestructura de la Universidad de Tarapacá funcionará con energía renovable, reduciendo las emisiones de CO₂. Sin embargo, el consumo energético sigue siendo alto, y aún no está claro cómo se manejará su expansión sin afectar los recursos naturales de la región.

Finalmente, está el tema del acceso.

Si bien el modelo se presenta como “público y abierto”, queda la duda de qué tan accesible será realmente.

En conclusión, un primer paso con muchas preguntas abiertas

Latam-GPT representa un esfuerzo inédito en la región por desarrollar un modelo de inteligencia artificial propio.

Su promesa de reflejar la diversidad cultural y lingüística de América Latina es atractiva y podría marcar un hito en la historia tecnológica del continente.

Sin embargo, el proyecto enfrenta desafíos cruciales: financiamiento, impacto ambiental, accesibilidad y, sobre todo, la posibilidad de caer en la misma lógica de dependencia tecnológica que pretende superar.

La pregunta central sigue siendo si esta IA realmente servirá para fortalecer la autonomía de América Latina o si, al final, será solo una adaptación local de un modelo global ya establecido.

El futuro de Latam-GPT dependerá no solo de su capacidad técnica, sino también de su impacto real en la sociedad.

Si logra convertirse en una herramienta útil y accesible para todos, podría ser el inicio de una nueva era digital para la región. Si no, podría quedar como otro intento fallido de romper con la hegemonía tecnológica global.

 

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