Una nueva técnica desarrollada por académicos de la Universidad de Cambridge, denominada “falsificación previa” y que expone, de manera preventiva, a las personas a la propaganda maliciosa o falsa, demostró ser eficiente para desarrollar mayor sentido crítico, y promete convertirse en una herramienta útil para combatir la desinformación.
¿Qué es y cómo funciona la “ciencia de inoculación” para combatir la desinformación?
Por Gabriel Levy
www.galevy.com
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad en el inicio de esta tercera década del siglo XXI, es el de la desinformación[1]. La última pandemia nos enseñó que la infomedia resultó ser tan grave como el virus mismo. Es decir, la creencia en la información errónea sobre la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), influyó significativamente en una menor disposición a vacunarse contra la enfermedad y una menor intención de cumplir con las medidas de salud pública[2].
En este contexto, un equipo de psicólogos de las universidades de Cambridge y Bristol, en alianza con Jigsaw[3], una unidad de Google dedicada a abordar las amenazas a las sociedades abiertas, decidió investigar el tema de la desinformación, con el objetivo de implementar estrategias exitosas de previsión.
La ciencia de la inoculación de información
El grupo de académicos de ambas universidades, con el fin de moldear una especie de vacuna o antídoto para las noticias falsas, creó clips de 90 segundos diseñados para familiarizar a los usuarios con técnicas de manipulación como “el chivo expiatorio” y “la incoherencia deliberada”.
Mediante una técnica denominada “falsificación previa”, los científicos exponen de manera preventiva a los internautas a píldoras de información falsa muy evidente y deliberadamente maliciosa, para que los usuarios puedan identificar mejor las falsedades en línea, independientemente del tema.
El proyecto, que recibió el nombre de “Ciencia de la inoculación a la desinformación”, parte de los mismos principios que se utiliza en la biología para la elaboración de las vacunas, pero, en este caso, en el campo de la sicología, dándoles a las personas «microdosis» de información errónea por adelantado, lo cual demostró ser muy efectivo para evitar que caigan en la trampa de las “noticias falsas” en el futuro, lo cual parte de un principio que los psicólogos sociales llaman «teoría de la inoculación «.
Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en la revista Science Advances[4], en los que se detallan un total de siete experimentos que involucraron a casi 30 000 participantes.
Inicialmente, realizaron seis experimentos y el séptimo se realizó un año después de los primeros cinco para garantizar que los hallazgos anteriores pudieran replicarse.
La recopilación de datos para cada participante fue exhaustiva, desde información básica (género, edad, educación, inclinaciones políticas), hasta niveles de aritmética, pensamiento conspirativo, verificación de noticias y redes sociales, «receptividad de noticias falsas» y un inventario de personalidad, entre otras variables.
Teniendo en cuenta todo esto, el equipo descubrió que los videos de inoculación mejoraron la capacidad de las personas para detectar información errónea y aumentaron su confianza para poder hacerlo nuevamente. Los clips también mejoraron la calidad de las “decisiones compartidas”: difundir o no contenido dañino.
Resultados exitosos
Este es el primer «estudio de campo del mundo real» de la teoría de la inoculación en una plataforma de “redes sociales”, con una muestra muy significativa y que se publica en revistas indexadas.
El estudio demuestra cómo una sola visualización de un clip de una película intencionalmente manipulada para inocular la desinformación, aumenta la conciencia al respecto.
“Nuestra investigación proporciona la prueba de concepto necesaria de que el principio de la inoculación psicológica se puede escalar fácilmente entre cientos de millones de usuarios en todo el mundo”[5]
Profesor Sander van der Linden
El autor principal del artículo, el doctor Jon Roozenbeek, de SDML de Cambridge, describe los videos del equipo como «independientes de la fuente», evitando los sesgos que las personas tienen sobre de dónde proviene la información y cómo coincide, o no, con lo que ya creen.
“YouTube tiene más de dos mil millones de usuarios activos en todo el mundo. Nuestros videos podrían incrustarse fácilmente en el espacio publicitario de YouTube para prevenir la desinformación”, dijo el coautor del estudio, el profesor Sander van der Linden, director del Laboratorio. de Toma de Decisiones Sociales (SDML) en Cambridge, que dirigió el trabajo[6].
Aplicaciones en el terreno práctico
Google, la empresa matriz de YouTube, ya está aprovechando los hallazgos. A fines de agosto, Jigsaw lanzará una campaña en varias plataformas en Polonia, Eslovaquia y la República Checa, para adelantarse a la desinformación emergente relacionada con los refugiados ucranianos.
“La desinformación dañina toma muchas formas, pero las tácticas y narrativas manipuladoras a menudo se repiten y, por lo tanto, se pueden predecir.
Enseñar a las personas sobre técnicas como los ataques ad-hominem que se proponen manipularlos puede ayudar a desarrollar la resiliencia para creer y difundir información errónea en el futuro.
Hemos demostrado que los anuncios de video como método de entrega de mensajes preliminares se pueden usar para llegar a millones de personas, potencialmente antes de que se arraiguen las narrativas dañinas”.
Beth Goldberg, coautora y directora de Investigación y Desarrollo de la unidad Jigsaw de Google.
Mejor antes que después
Los investigadores encontraron que la desacreditación previa puede ser más efectiva para combatir el diluvio de desinformación, que verificar cada falsedad después de que se difunde, el clásico “desacreditar”, lo cual es imposible de hacer a gran escala y puede afianzar las teorías de conspiración al sentirse como ataques personales a esos a quienes les creen.
“La propaganda, las mentiras y las desviaciones casi siempre se crean a partir del mismo libro de jugadas”, dijo el coautor y profesor Stephan Lewandowsky, de la Universidad de Bristol.
“Desarrollamos los videos analizando la retórica de los demagogos, que tratan con chivos expiatorios y falsas dicotomías (…) Los verificadores de hechos solo pueden refutar una fracción de las falsedades que circulan en línea. Necesitamos enseñar a las personas a reconocer el manual de desinformación, para que entiendan cuándo están siendo engañados”.
En conclusión, el estudio promovido por las universidades de Cambridge y Bristol, en alianza con Jigsaw, demostró que mediante una técnica basa en la “teoría de la inoculación”, los psicólogos logran activar mecanismos defensivos de los usuarios con respecto a las noticias falsas, aumentado su capacidad crítica para identificarlas y, de esta forma, dificultar su propagación.
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