Nadie permanece en la cima para siempre, aunque la leyenda de Silicon Valley esté grabada con la manzana de Apple como emblema de la innovación perpetua.
La salida de Jeff Williams, director de operaciones y uno de los últimos guardianes del legado de Steve Jobs, sacude a la compañía en un momento de debilidad estratégica y dudas existenciales sobre su futuro en la era de la inteligencia artificial.
La pregunta es inevitable: ¿quién llevará la batuta cuando Tim Cook decida dejar el escenario?
La era de la disrupción: cuando Apple reinventó el presente
Por: Gabriel E. Levy B.
A mediados de los años setenta y ochenta, Apple transformó el sentido de la computación personal. Jobs y Wozniak abrieron la puerta al Macintosh, el primer computador personal pensado para el gran público, con la ambición de convertir la tecnología en un objeto cotidiano y bello.
Décadas más tarde, el iPod, el iPhone y el iPad redefinieron las reglas del consumo digital y precipitaron la revolución del smartphone. Autores como Walter Isaacson, biógrafo de Steve Jobs, narraron cómo la empresa impuso un nuevo canon de diseño y usabilidad, seduciendo a millones y marcando el ritmo de la industria global (Isaacson, 2011).
Yuval Noah Harari, en sus análisis sobre el impacto tecnológico, ubicó a Apple como una fuerza decisiva en la configuración de la cultura contemporánea (Harari, 2016).
Sin embargo, la estela de la disrupción no es infinita.
Con la muerte de Jobs en 2011, la firma de Cupertino consolidó su liderazgo financiero, pero la promesa de “pensar diferente” empezó a resquebrajarse.
Apple pasó de provocar asombro a ser vista como una maquinaria de réplica, en la que los verdaderos avances se volvieron incrementales, y no revolucionarios.
La sucesión de los titanes: entre la sombra de Jobs y el reto de Cook
Steve Jobs dejó un vacío imposible de llenar, pero Tim Cook supo estabilizar la nave.
Bajo su dirección, Apple no solo multiplicó su valor en bolsa, sino que perfeccionó su músculo logístico y optimizó la rentabilidad de cada producto.
Cook, metódico y sereno, construyó un liderazgo sustentado en la eficiencia, no en la genialidad carismática.
Sin embargo, con el tiempo, la pregunta sobre el relevo se volvió recurrente. Jeff Williams emergió como el heredero natural: ingeniero pragmático, orquestador de la cadena de suministro global, y cerebro detrás de hitos como el Apple Watch y la integración del Gorilla Glass en el iPhone original.
Pero ahora Williams se jubila, dejando tras de sí 27 años de experiencia y la sensación de que la generación fundadora envejece sin un recambio claro. El fenómeno no es exclusivo de Apple.
Como apunta Chris Zook en su libro The Founder’s Mentality, muchas organizaciones exitosas enfrentan una crisis de identidad cuando los líderes originales se retiran y la estructura debe reinventarse para evitar la burocratización y el estancamiento (Zook, 2016).
De la gloria a la incertidumbre: los vientos cambiantes en Cupertino
El momento no puede ser menos oportuno.
Mientras la competencia, especialmente las tecnológicas chinas y gigantes como Meta y Google, avanza en inteligencia artificial, Apple parece quedarse rezagada.
La compañía se enfrenta a un éxodo de talento hacia empresas como Meta, que ha fichado a figuras clave en IA, incluido Ruoming Pang, antiguo líder del equipo de modelos de Apple Intelligence.
Mark Gurman, analista de Bloomberg, describe una crisis de moral interna, en la que la opción de externalizar el desarrollo de modelos a compañías como OpenAI o Anthropic pone en entredicho el trabajo de años del equipo propio.
A la salida de Williams se suma la llegada de Sabih Khan como nuevo director de operaciones.
Khan, arquitecto de la logística de Apple en la última década, representa la continuidad operativa, pero no el salto creativo.
Su papel será el de mantener el motor en marcha, no necesariamente reinventar la ruta.
Mientras tanto, las figuras de John Ternus, Craig Federighi y Eddy Cue circulan en el radar mediático como potenciales candidatos a la sucesión de Cook. Federighi, con su melena plateada y aura de estrella del software, ya se hizo cargo de la estrategia de IA tras la fuga de Pang, aunque la apuesta todavía no rinde frutos contundentes.
El dilema de la innovación: cuando los gigantes pierden el paso
Apple siempre se vendió como la marca que cambió el mundo. Sin embargo, en el último lustro, el ritmo de innovación disminuyó y la competencia oriental comenzó a desafiar su supremacía. Las marcas chinas como Huawei, Xiaomi y Oppo lanzaron dispositivos con tecnologías disruptivas, desde cámaras periscópicas hasta avances en carga rápida y baterías.
El iPhone, otrora símbolo de vanguardia, empezó a ser percibido como una opción conservadora, envuelta en el lujo de su ecosistema, pero cada vez menos sorprendente.
En paralelo, la batalla de la inteligencia artificial se volvió el nuevo campo de guerra. Google lanzó Gemini, Meta apostó fuerte por Llama y OpenAI abrió la carrera por los grandes modelos de lenguaje.
Apple, mientras tanto, presentó Apple Intelligence, pero sus avances palidecen frente al despliegue de la competencia. Autores como Shoshana Zuboff han advertido que la revolución digital actual ya no gira en torno al hardware, sino a la capacidad de procesar y analizar datos en tiempo real para personalizar servicios y anticipar deseos (Zuboff, 2019).
En ese terreno, Apple todavía busca su lugar.
Mientras la empresa intenta adaptar Siri a una nueva generación de inteligencia conversacional, el uso de modelos externos expone una debilidad: la falta de independencia en el desarrollo de su IA.
La moral interna se resiente y, según reportes de Bloomberg, los ingenieros perciben que su trabajo podría quedar obsoleto en un giro de estrategia.
Casos de transición: aprendiendo del pasado reciente
El proceso de sucesión no es una cuestión trivial en las grandes tecnológicas.
El caso de Microsoft, que enfrentó su propia crisis cuando Bill Gates cedió el timón a Steve Ballmer y luego a Satya Nadella, ilustra los riesgos y oportunidades de estos momentos.
Nadella, por ejemplo, supo reinventar a Microsoft al abrazar el cloud y la inteligencia artificial, relanzando su relevancia global.
En contraste, Intel sufrió una larga decadencia tras la salida de sus fundadores, incapaz de adaptarse al cambio tecnológico y perdiendo terreno frente a rivales como AMD y TSMC.
Apple también ofrece sus propias lecciones.
Tras la salida de Jony Ive en 2019, el área de diseño se fragmentó y perdió el peso simbólico de los tiempos de Jobs. Williams, quien tomó las riendas de ese equipo, logró evitar una crisis mayor, pero no recuperó la chispa innovadora de antaño.
Ahora, su marcha coincide con un mercado que exige a Apple respuestas rápidas y audaces en un entorno donde la inteligencia artificial redefine cada interacción.
Por su parte, la gestión de la sucesión en empresas como Amazon, con la salida de Jeff Bezos y el ascenso de Andy Jassy, muestra que el reto no solo radica en mantener el crecimiento, sino en evitar la pérdida de identidad y la dispersión estratégica.
La continuidad no siempre es garantía de éxito cuando el entorno cambia de manera vertiginosa.
En conclusión, Apple enfrenta uno de los momentos más delicados de su historia reciente. El relevo generacional y el rezago en inteligencia artificial desafían su identidad como símbolo de innovación. Sin Williams y con la sucesión de Cook aún sin resolverse, la compañía debe decidir si apuesta por la continuidad o se atreve a reinventarse, sabiendo que el mundo tecnológico no espera a nadie.
Referencias
Isaacson, W. (2011). *Steve Jobs*. Simon & Schuster.
Harari, Y. N. (2016). *Homo Deus: Breve historia del mañana*. Debate.
Zook, C. (2016). The Founder’s Mentality*. Harvard Business Review Press.
Zuboff, S. (2019). The Age of Surveillance Capitalism. PublicAffairs.
Bloomberg, Mark Gurman. «Apple Faces Morale Crisis Amid AI Talent Exodus.» Bloomberg, 2025.