El riesgo de la Infodemia

Infodemiología es un término propuesto por el canadiense Gunther Eysenbach, que se refiere a la evaluación y gestión de la información resultante de temas de salud pública, especialmente de tipo epidemiológica, en el contexto de la Sociedad de la Información.

Este concepto se vuelve especialmente útil para analizar lo que está ocurriendo con la aparición del COVID-19, popularizado como coronavirus, como una potencial pandemia global, pues se ha hecho evidente que la desinformación es un efecto colateral con implicaciones tan graves como la enfermedad misma.

¿Por qué es tan riesgosa la infodemia?

Por: Gabriel E. Levy B. – www.galevy.com

De la combinación de los términos información y epidemia surgió el término infodemia[1] para describir la proliferación en Internet de noticias sobre salud totalmente falsas o parcialmente incorrectas[2].

Uno de los efectos más nocivos del COVID-19[3] ha sido la propagación virulenta de noticias falsas, ya sea por WeChat, WhatsApp, Facebook, Twitter o Messenger, entre muchas otras redes. La desinformación se extiende de forma alarmante alrededor del mundo generando pánico, desinformando sistemáticamente a la población, produciendo desplomes en las bolsas de valores[4] y obligando a la cancelación de miles de vuelos[5], al tiempo que los mitos y leyendas urbanas siguen creciendo[6].

Uno de los frentes más importantes que ha atendido la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el de la desinformación, al punto que decidió abrir nuevos esquemas de trabajo en medios sociales para combatir las FakeNews[7] y brindar información relevante, verídica y útil para la población, que evite el pánico y el alarmismo innecesario.

De forma paralela, la OMS requirió de manera directa a las grandes tecnológicas del mundo, incluyendo a Facebook y Google, desarrollar mecanismos eficaces para combatir la desinformación tras la crisis que ha suscitado el COVID-19[8].

La reunión convocada por la OMS se desarrolló en la sede de Facebook en la ciudad de Menlo Park (California, EEUU), y asistieron representantes de Twitter, Amazon, Google, Facebook, Twilio, Dropbox, Alphabet, Verizon y Salesforce.

Los delegados de las compañías de Internet reconocieron que no han implementado medidas particulares y que están desbordados frente a este asunto.

“El tema principal de la discusión se centró en el papel que jugarían estas compañías a la hora de reducir la difusión de la desinformación”

Andy Pattison Representante de la ONU.

Los mitos que se tejen alrededor del COVID-19

Tal vez el principal y más difundido mito que se ha tejido alrededor del COVID-19 es que se trata de un arma biológica desarrollada por China y que se salió de control; es importante insistir en que no existe ninguna evidencia científica ni periodística que respalde este rumor; por el contrario, el origen zoonótico de la epidemia (transmisión de animales a humanos) es algo no solamente lógico, sino que desde hace tiempo se venía advirtiendo la posibilidad de un brote así, dada la falta de salubridad en el país asiático y el constante consumo de animales silvestres y su sacrificio insalubre en los mercados.

De igual manera, supuestos “alimentos milagrosos” como naranjas, ajo, limón, zanahoria, verduras exóticas, raíces, ramas y un gran número de remedios caseros se han mostrado en medios sociales como grandes soluciones caseras para tratar y prevenir el COVID-19, pero no existe evidencia clínica que lo demuestre. El problema es que se pueden generar falsas expectativas en el público que no verá la necesidad de buscar ayuda profesional, aumentando así el riesgo de contagios posteriores y de complicaciones fatales.

El reconocido youtuber Jordan Sather, que tiene miles de seguidores en diferentes plataformas, incluyendo Twitter, aseguró que un suplemento mineral milagroso, llamado MMS, puede “eliminar” el coronavirus, por su contenido de dióxido de cloro, como un agente blanqueador[9], información que por supuesto no tiene ningún asidero científico.

En Europa, luego de que se conociera la escasez de desinfectante de manos, comenzaron a circular por Internet recetas caseras para que la gente prepare su propio gel de manos. Sin embargo, tal y como lo anunciaron muchos científicos, el menjurje no es adecuado para usar sobre la piel humana[10].

Otro ejemplo es una publicación en la que aparece un supuesto médico japonés afirmando que es eficaz tomar agua cada 15 minutos para eliminar cualquier virus que pueda haber entrado a la boca. El video se ha vuelto viral alrededor del mundo, en múltiples idiomas, e incluso la versión árabe alcanzó 250 mil vistas en una semana. Al respecto, científicos contactados por la BBC aseguran que, si bien es muy importante mantenerse hidratado, es falso que tomar agua evite el contagio del COVID-19[11].

¿Cómo frenar la infodemia del coronavirus?

Posiblemente tan difícil como frenar el avance del virus sea detener la cantidad de noticias falsas que transitan por Internet. La explosiva mezcla de miedo e hiperconexión mundial se convierte en un caldo de cultivo para la propagación de noticias falsas. No obstante, el objetivo de limitarlas no es imposible si todos los agentes involucrados asumen un real compromiso.

Probablemente, la autorregulación sea la mejor estrategia para combatir las noticias falsas. Por un lado, los medios de comunicación deben validar con fuentes oficiales como la OMS la información que publican en sus plataformas, especialmente en radio, prensa y televisión tradicional. En el caso de los prosumidores, es decir, aquellos que consumen y utilizan frecuentemente los medios sociales, deben evitar compartir o difundir sin corroboración cualquier información que se reciba por Internet. La mejor estrategia siempre será verificar en buscadores en los que la información recibida esté soportada y validada por medios de comunicación prestigiosos y por las cuentas oficiales de la OMS. Si el mensaje recibido solo está disponible en blogs desconocidos y sitios de dudosa procedencia, se debe evitar compartir esa información.

Las consecuencias de la infodemia

Son muchos los impactos negativos que trae la infodemia. El principal es el pánico producido en la población, que altera las dinámicas sociales y en situaciones extremas puede desencadenar comportamientos violentos como saqueos, robos o, incluso más grave, aún la segregación social y la xenofobia.

En el plano económico, la infodemia puede producir escasez de recursos, recesión económica, especulación de precios, efectos inflacionarios y crisis en las industrias que dependen de la movilidad de las personas como el transporte y el turismo en general.

A nivel clínico, produce congestión en los sistemas de salud, elevando el número de pruebas diagnósticas innecesarias, haciendo colapsar los sistemas sanitarios y evitando que las personas que realmente lo necesitan pueden acceder a tiempo al sistema.

En conclusión, al igual que la epidemia, la denominada infodemia requiere de urgente atención, especialmente por parte de las grandes plataformas digitales, los medios de comunicación y los usuarios. La prioridad es fomentar y concertar con las grandes empresas noticiosas, los portales y los prosumidores una autorregulación responsable, que priorice el contraste y la verificación de la información con fuentes confiables, y evite reproducir noticias de dudosa procedencia.

[1] El término aún no ha sido reconocido por la real academia de la lengua española y surge del uso técnico.

[2] Epidemia de Neumonía Por Coronavirus – Artículo de Wikipedia

[3] Artículo de Wikipedia sobre el Covid19

[4] Artículo de 20 Minutos sobre el desplome global de las Bolsas de Valores

[5] Artículo de la OMS sobre la crisis de la Aviación

[6] Artículo de la BBC sobre los Mitos del Coronavirus

[7] Reportaje de CNN en Español sobre las acciones de la OMS frente al Covid19

[8] Artículo del Economista sobre la crisis del Coronavirus

[9] Artículo de la BBC Mundo sobre los Mitos del Coronavirus

[10] Artículo de la BBC Mundo sobre los Mitos del Coronavirus

[11] Artículo de la BBC Mundo sobre los Mitos del Coronavirus

Descargo de Responsabilidades: Los artículos publicados corresponden a revisiones o análisis contextuales sobre transformación digital en la sociedad de la información, debidamente soportados en fuentes académicas y/o periodísticas confiables y verificadas.  Las publicaciones NO son artículos de opinión y por tanto la información que contienen no necesariamente representan la postura de Andinalink, ni la de sus autores o las entidades con las que se encuentren formalmente vinculados, respecto de los temas, personas, entidades u organizaciones mencionadas en el texto.

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