En las últimas décadas la conectividad ha sido presentada como la gran solución para transformar muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas, algo que genera quizás más expectativas que realidades. Pero, aunque la idea de la conectividad esté sobrevendida, es necesario reconocer que tiene un impacto muy alto y transversal en múltiples aspectos de la vida contemporánea, moldeando transversalmente el desarrollo de aquellos lugares donde se implementa.
¿Cómo la Banda Ancha puede transformar una región?
Chattanooga hubiera sido una ciudad invisible el siglo pasado, de no ser porque Glenn Miller compuso una canción llamada Chattanooga Choo Choo (en honor al particular tren que rodaba para 1941), o por el presentador de la CBS, Walter Cronkite, que a finales de la década de los 60 afirmó que era “la ciudad más sucia y fea de Estados Unidos”.
En la última década esta ciudad se transformó radicalmente y este año fue nombrada por Lonely Planet como «la mejor ciudad de Estados Unidos» y «uno de los 10 mejores destinos para visitar en 2018».
Chattanooga (Tennessee), con menos de 200 mil habitantes, se transformó radicalmente gracias a una sola estrategia pública: tener el Internet más rápido de Estados Unidos., No solo lo logró, sino que lo convirtió en un modelo sostenido en el tiempo que ha permitido que hoy en día sea la ciudad con una de las conexiones a internet más veloces del mundo: 10 GB/s por hogar, 200 veces más rápida que la de un estadounidense promedio o mil veces más rápida que la velocidad promedio de un hogar urbano en Suramérica.
Todo comenzó en 2010, con un proyecto diseñado por Harold Depriest, el director ejecutivo de la compañía de electricidad y telefonía EPB (Electric Power Board), quien implementó el ambicioso plan de una red de fibra óptica con total cobertura en la ciudad. La red llegaría a todos los abonados de energía eléctrica en la ciudad, entregándoles una conexión de 1Gb/s por muy bajo costo para la época. Es decir que un habitante de Chattanooga, de bajos recursos, para el año 2012 tenían diez veces más velocidad de Internet que la conexión residencial más rápida de un ciudadano con alto poder adquisitivo en Colombia, Ecuador, Perú o Argentina para el año 2015. Lo lograron con una inversión mínima, que no ascendió a los US$320 millones, de los cuales la tercera parte provino de recursos públicos del Departamento Federal de Energía.
A partir de ese momento miles de emprendedores decidieron radicarse en Chattanooga, pues gracias a su Internet Ultra Rápido de Bajo Costo los emprendimientos digitales comenzaron a ahorrarse meses de trabajo y cientos de miles de dólares en conectividad. Al llegar a la ciudad miles de proyectos de emprendimiento; la tasa de desempleo llegó a cero en solo meses y se convirtió en una ciudad receptora de talentos, especialmente de Silicon Valley, convirtiéndose en un tanque de talento, pensamiento y creatividad, que a su vez derivó en un boom de la construcción ante la creciente demanda de vivienda. Esto a su vez generó más empleo, recursos y riqueza para región, así como nuevos emprendimientos como supermercados, almacenes de tecnología, tiendas, lavanderías, escuelas, empresas de servicio y entretenimiento, hasta convertirse este año en lo que Lonely Planet denominó: «La mejor ciudad de Estados Unidos para visitar y vivir”.
El rol de la inversión pública
La transformación de Chattanooga, al igual que lo que ocurrió en la Zona de Sillicon Valley, con el desarrollo y explosión de prosperidad, fue posible gracias a la mano activa y visible del Estado: de no ser por una fuerte, decidida y consolidada inversión estatal, California no sería el clúster de tecnología más grande del mundo, ni Chattanooga sería hoy la ciudad con una de las conexiones más veloces a nivel global.
“La Financiación pública de la investigación en las etapas iniciales ha permitido en gran parte el desarrollo de los sectores tecnológicos, energéticos y farmacéuticos. Sin embargo, el estado se muestra muy poco eficaz a la hora de llevarse los laureles y lo que es más grave a la hora de rentabilizarse su inversión. Sin embargo, ¿Qué habría sido de Uber sin la financiación pública para el desarrollo del GPS?, ¿Qué sería de google sino hubiera producido la financiación pública para el desarrollo de Internet?
Mariana Muzzcato – Economista catedrática de University College London
Entendiéndose que la conectividad es en sí misma es un medio y no un fin, la intervención del Estado es clave para apalancar el desarrollo en poco tiempo, disminuyendo costos e incluso subsidiando, lo que permite que los ciudadanos aprovechen estas condiciones para desarrollar proyectos que deriven valor a partir de la conectividad. El mito de que el Estado siempre estorba es tan erosivo como la ideología misma de un paternalismo absoluto por parte del Estado.
Es por lo anterior que América Latina necesita una mayor intervención estatal que permita mejorar la conectividad, mediante grandes proyectos de inversión en conectividad, no para favorecer los intereses de agentes privados del mercado como generalmente ocurre, sino para que desde el mismo estado se creen condiciones de conectividad que potencien las velocidades de conexión en toda la región, propiciando los medios para promover un emprendimiento basado en las industrias creativas.
Conectividad con Apropiación
Como analizamos ampliamente en el artículo “Las desarticuladas y anecdóticas políticas TIC” , los gobiernos de América Latina han implementado muchas y diversas iniciativas para disminuir la brecha digital. Sin embargo, aunque el continente está mejor conectado que hace una década, la brecha digital sigue en aumento, al igual que el riesgo de que Internet se convierta en la principal causa de segregación entre pobres y ricos, principalmente por la falta de políticas de apropiación. Por tanto, cualquier proyecto que se desarrolle en la región debe estar acompañado nos solo de iniciativas y políticas como la desarrollada en Chattanooga, sino inversión social en procesos y proyectos de apropiación.
La mayor barrera en la región es posiblemente la visión de corto plazo de los gobernantes y su incapacidad para pensar y ejecutar en grande, sin miedos, creyendo que es posible y entendiendo que cualquier inversión que se haga para fortalecer la presencia de los ciudadanos en la sociedad de la información derivará en crecimiento económico y prosperidad.
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En conclusión, la conectividad puede ser una herramienta expedita para la transformación e impulso de una región, si está acompañada de políticas estatales ambiciosas y generosas, iniciativas privadas articuladas y un plan de apropiación que redunde en desarrollo y calidad de vida para toda la población, no solo para los más afortunados.
Por:
Gabriel E. Levy B.
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