Por: Gabriel E. Levy B.
Mientras Estados Unidos, Europa y China se disputan en una guerra comercial y tecnológica la mejor tajada del multimillonario negocio del despliegue de las redes 5G a nivel global, en América Latina comenzamos a preguntarnos[1] si estamos preparados para recibir una tecnología que no solo promete revolucionar el Internet de las Cosas, sino la economía, la política, la cultura, el entretenimiento y prácticamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, desencadenando una transformación global comparable con la aparición de Internet a finales del siglo pasado.
¿Por qué el 5G es una tecnología prioritaria?
El 5G es la sigla que denomina una quinta generación de tecnologías inalámbricas y móviles; un conjunto de protocolos, dispositivos y estándares que definen una red móvil mucho más veloz, estable y con menos latencia, apta no solo para el mundo de la hiperconectividad por Internet sino también para el emergente ecosistema del Internet de las Cosas. Ha sido promovida, integrada y certificada por la 3GPP, organización multilateral encargada de gobernar los estándares de las comunicaciones celulares.
La nueva joya de la corona
Las redes 5G serán sin duda la nueva joya de la corona de las telecomunicaciones en la próxima década, convirtiéndose en la columna vertebral de las comunicaciones globales. Por ellas se circularán las líneas y datos de millones de conexiones de smartphones, autos sin conductor, casas totalmente automatizadas, la más avanzada telemedicina y telesalud, hasta ciudades inteligentes totalmente conectadas y todo al mismo tiempo, de forma eficiente y con muy baja latencia.
La promesa de una conectividad sin precedentes
La promesa de este nuevo estándar de conexión es que la capacidad de circulación de información crecerá dramáticamente y las velocidades superarán cualquier expectativa, pudiéndose por ejemplo, descargar una película de dos horas en menos de cuatro segundos. Esto, comparado con los diez minutos que demora en promedio una red 4G, significa un avance sin precedente en las velocidades de conexión[2].
Pero lo más relevante para las telecomunicaciones es que bajo el 5G podrá ofrecerse planes de datos de capacidad casi ilimitada y velocidades nunca vistas en comunicaciones móviles. Según La Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU)[3]:
“Las velocidades serán radicalmente mayores alcanzando un promedio de mínimo 1 gigabyte por segundo, permitiendo la explosión en los servicios derivados del Internet de las cosas, este paradigma supone que todo objeto físico que pueda conectarse a un sensor es susceptible de estar conectado a internet y manejarse de forma remota vía web”. ITU
La posibilidad de conectar al mundo a grandes velocidades y de transferir información con tanta eficiencia es lo que más hace llamativa a la promesa del 5G. Sin embargo, su importancia geopolítica radica en otro aspecto derivado de esa capacidad: el 5G está pensado para ser el propulsor del Internet de las Cosas[4].
Como hemos explicado frecuentemente en el espacio Andinalink, el Internet de las Cosas es simplemente la conectividad de objetos físicos que antes no estaban relacionados con internet, como los electrodomésticos, los equipos de oficina, autos, casas, industrias y hasta organismos vivos. La idea es que cualquier persona o empresa que cuente con una conectividad tipo 5G puede controlar su casa o su empresa desde su celular en cualquier lugar, mediante internet y redes de telefonía móvil.
Esta promesa es alucinante, y ya está en marcha en muchos lugares y empresas del mundo, pero el 5G la convertiría en un asunto político de primera categoría, por un asunto tan simple como profundo: quien domine las redes podría tener acceso a una información mucho más completa sobre las personas y las sociedades.
Un negocio billonario
Un estudio realizado por GSMA[5] ⎯una organización global que aglutina y asocia operadores de telefonía móvil de todo el mundo, además de fabricantes de móviles y dispositivos portátiles, empresas de software, proveedores de equipos, empresas de Internet y organizaciones sectoriales⎯ afirmó que en solo tres décadas el 5G aportará mas de 2,2 billones de dólares a la economía del planeta.
Las inimaginables oportunidades que se desprenderán del 5G, la cantidad de información que transitará por sus redes y el billonario negocio que representa, ha convertido esta tecnología en el campo de batalla más importante entre China, Estados Unidos y Europa. Pero a pesar de este negativo y conflictivo inicio, el 5G no es un asunto de potencias y gobiernos, sino un estándar concertado entre decenas de empresas del mundo. Su formulación, bajo la tutela de la ITU, contó con la participación de los stakeholders de la industria móvil y de internet en el mundo (comenzando por Huawei y ATT&T), además de estados, reguladores y organizaciones multilaterales.
Una oportunidad sin precedentes para América Latina
El último informe “Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe[6]”, presentado por la CEPAL y cofinanciado por la Cooperación Alemana, evidenció que ninguno de los países de América Latina alcanza a tener al menos un 5% de sus conexiones a Internet con velocidades superiores a 15 megabits por segundo —Mbps—, mientras que en los países desarrollados en Europa y América del Norte, el porcentaje de conexiones de esta velocidad es cercano al 50%. En otras palabras, el 95% de los habitantes de nuestra región accede a Internet con velocidades inferiores a 15 Mbps. Este indicador, sumado a los altos índices de latencia o retardo —entendido como el tiempo que le toma a un paquete de información ir a su destino y volver—, evidencian que, en la región, la denominada banda ancha en realidad es muy estrecha.
En los últimos años, las velocidades de conexión han crecido exponencialmente en la región, especialmente las velocidades móviles (banda ancha móvil, BAM), que en menos de 5 años se duplicaron anualmente, en promedio, respecto al año inmediatamente anterior, pasando de conexiones iniciales de 128 kbps a velocidades que ya superan los 3 Mbps en promedio, lo cual constituye un gran logro y avance en muy poco tiempo. Sin embargo, es insuficiente y evidencia que en la región tenemos un rezago histórico de acceso a la red que nos distancia profundamente de Europa, Estados Unidos, Asia y Australia y nos pone al nivel de África.
El 5G como estrategia para mejorar la conectividad
En otro estudio publicado por GSMA Intelligence y presentado durante el Mobile 360 Series Latin America en Buenos Aires – Argentina[7], entre sus múltiples análisis, calcula que el 5G comenzaría a despegar solo para el 2025 cuando alcance un poco más del 40% de la población. En el momento en que el despliegue tecnológico alcance la masa crítica en los mercados clave, con proyecciones que indican que para 2025 las conexiones 5G superarán los 62 millones que equivaldrá al 8% de las conexiones totales en la región, solo en ese momento se podrían comenzar a ver notables disminuciones en la brecha digital.
Antenas, mitos y autoridades locales, la mayor barrera
Si bien parece indiscutible que el 5G es una necesidad apremiante en la región, no será para nada fácil lograr su despliegue, pues existen tres grandes barreras que se han convertido en un común denominador en todos los países de América Latina:
- La falta de antenas e infraestructura en la región.
- Los mitos que se tejen alrededor de las tecnologías inalámbricas.
- El desconocimiento y falta de apoyo por parte de las autoridades locales.
Durante el encuentro Convercom 2019, el consultor experto en 5G, Sebastián Cabello, afirmó que solamente en Argentina se requerirán alrededor de 40 mil nuevas antenas para un eficaz despliegue del 5G[8], es decir el triple de las que existen actualmente que rondan los 20 mil, lo que significa que el 5G solamente en el país austral demandará 60 mil antenas, un cifra bastante difícil de lograr. Tal y como ocurre en toda la región, obtener los permisos se ha convertido prácticamente en una odisea, pues muchas comunidades se oponen debido a todos los mitos que se tejen alrededor de la tecnología “Celular” y muchos gobiernos locales ponen trabas, en algunos casos por desconocimiento y en otros por corrupción.
Un informe realizado hace algunos años por el periódico el Tiempo de Colombia, evidenció que en esta nación Andina más de 51 municipios restringían el despliegue de antenas, y mientras muchos equipos se volvían obsoletos en las bodegas de los operadores móviles y los usuarios se quejaban por el mal servicio, los alcaldes locales se daban el lujo de negar sistemáticamente los permisos para el uso de infraestructura[9], un problema que se repite en muchos otros países como Perú, México, Ecuador entre otros.
En Conclusión, aunque el 5G será una tecnología que transformará significativamente la vida de las personas en todo el mundo, materializará el Internet de las Cosas, potenciará la conectividad y aportará el crecimiento económico global. En América Latina todo pareciera indicar que esta tecnología enfrentará los mismos problemas de infraestructura, sociales y políticos de sus predecesores, por lo que la urgente necesidad de la disminución de la brecha digital no se verá resuelta en el corto plazo y posiblemente nuestros indicadores de banda ancha serán solo comparables con los de África.
Es por todo lo anterior que urge un cambio en la mentalidad de los gobernantes de toda la región, para que la infraestructura logre desplegarse a tiempo y no cuando el 5G ya parezca obsoleto frente a las siguientes generaciones de telecomunicaciones.
[1] CONVERGENCON 2019 BUENOS AIRES ARGENTINA
[2] Internet es Vital para un país Desarrollado
[6] Estudio Cepal Banda Anda Latinaomerica y el caribe
[7] GSMA Intelligence Buenos Aires Argentina 2018
[8] Convercom Argentina 2019 – Sebastían Cabello
[9] Artículo El Tiempo de Colombia – 51 Municipios restringen las antenas