Agregación y distribución de contenidos: Un reto de industria

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Por:

Gabriel E. Levy B.

Sergio A. Urquijo M. 

Esta semana comienza en San José de Costa Rica el foro de Andinalink Centro América. Además de las tradicionales actividades comerciales y académicas para la industria de las telecomunicaciones, se desarrollará por primera vez el Mercado Audiovisual de Centro América y el Caribe -MAUCC-, en alianza con la Comisión Fílmica de Costa Rica congregando múltiples representantes de la industria audiovisual de esa diversa región.

El MAUCC llega en un momento de enormes promesas y desafíos para el audiovisual regional.  Superado el mito de que la televisión se acabaría en pocos años, existe consenso en la industria respecto del histórico momento que vive el sector, que se ha convertido en uno de los insumos más valiosos en la cadena de valor de las comunicaciones; un insumo con mayor expectativa de crecimiento, pero al mismo tiempo con grandes desafíos en el terreno de la agregación y distribución.

¿Cómo ha cambiado la distribución y agregación de contenidos?

A propósito del tema y de los 50 años de la compañía Caracol Televisión,  esta semana finalizó en Bogotá, Colombia, “El gran foro internacional de Medios” cuya principal conclusión fue “La televisión es la nueva televisión”[1]. Reafirmando lo que hemos sostenido muchas veces[2] en este espacio[3]: el video conectado es un fenómeno que ha crecido en paralelo al consumo televisivo[4] sin que un modelo vaya en detrimento del otro.

“La televisión está cambiando, pero sigue más viva que nunca. Netflix y otras plataformas no han reemplazado a la TV tradicional: muchos de sus “hits” son obra de productores con más trayectoria que, a su vez, están migrando a digital. Todo constituye, más bien, una industria en expansión.” [5]

La mutación de los agregadores de contenidos

La agregación tradicional de contenidos se hizo siempre a través de los canales que fueron durante décadas, desde los años 50, los empaquetadores y principales distribuidores de series y películas. Aunque desde los años 80 se popularizó la venta y alquiler de contenido en videotiendas, para la televisión los canales fueron siempre las grandes plataformas.

De esta concentración de la agregación de contenidos derivaron los modelos de producción tradicionales con los que crecimos y desarrollamos nuestros negocios y productoras, y que incluían tres formas esenciales de hacer programas, series y promocionales:

  • La producción in house, realizada por equipos pertenecientes a los canales y con recursos propios, de manera que se lograba un mayor control de contenidos y de las líneas editoriales.
  • Las productoras asociadas, que con recursos y financiación directa y semidirecta de los canales permitió la diversificación de la producción sin que se perdiera una identidad de canal.
  • La compra de contenidos y enlatados, que llevó a las televisiones latinoamericanas a la globalización real y a conectarse con producciones de todo el mundo.

Estos tres tipos de producción, que son los que conocemos mejor, dependían de la agregación por canales que mencionamos. Por eso cuando llegaron los grandes cambios del ecosistema, como el prosumo audiovisual (la producción de contenidos directamente por los mismos usuarios) y el video online, y desafiaron el sistema de canales y productoras, la industria entró en pánico. Para aumentar la ansiedad, llegaron las grandes empresas de VOD (video a la carta) a ofrecer contenidos directamente en internet, al estilo de las videotiendas pero online.

La revolución de la televisión conectada

Como hemos analizado múltiples veces en el blog y las ferias de Andinalink, la llegada de los servicios convergentes como Netflix, YouTube o Amazon Prime causaron un enorme revuelo y preocupación entre productores y distribuidores tradicionales de TV.

El principal miedo de la industria era que los modelos de negocios que conocíamos quedaran relegados, dada la enorme cantidad de series y programas que algunas personas y equipos estaban generando a muy bajos costos y con una distribución casi directa entre productor y consumidor.

El caso más comentado fueron los youtubers, quienes en un principio se independizaron completamente de la industria tradicional y comenzaron a generar y difundir contenidos sin pasar por productoras ni canales.

Lo mismo pasó con las series web, inicialmente creadas y producidas por colectivos independientes, que con nuevas formas de financiación (como el crowfunding) comenzaban a distribuir sus contenidos directamente en blogs, en sitios como YouTube y Vimeo, o incluso usando el correo electrónico.

Estas nuevas prácticas causaron alarmas innecesarias y desproporcionadas. Muchas empresas de tecnología e internet aprovecharon para declarar que la TV estaba llegando a su fin y que de ahora en adelante todos los contenidos migrarían gradualmente a internet y no necesitarían canales para llegar a las personas.

Lo que se perdió de vista en este alarmismo fue que el gran cambio  finalmente no amenazó la producción de los contenidos televisivos. Lo que se modificó fue la distribución y agregación: los canales tradicionales comenzaron a compartir el espacio con las plataformas OTT.

Lo que vimos en los últimos años es que lo que supuestamente desaparecería, como los canales y la emisión lineal, no solo continuaron, sino que se potenciaron. Existen hoy servicios VOD especializados en documentales, música, cine independiente, animación y otros nichos especializados. Estos vienen a suplir la labor de los canales en internet, pero siguen regidos por los mismos principios de segmentación.

En las plataformas como YouTube la transición es aún más directa, tanto que se maneja con tranquilidad y claridad el concepto de “canal”. La monetización, aunque compleja, va encontrando sus propias estrategias, y los grandes canales agregadores de TV han descubierto en estos cambios nuevos modelos de expansión.

Un claro ejemplo es el caso de HBO, un sistema de canales de series y películas de ficción que ahora se posiciona en ambos sistemas, el tradicional y el digital, con sus canales premium y con la plataforma HBO+. Mejor dicho, la industria televisiva está aprendiendo rápidamente a adaptarse a los nuevos modelos y a hacerlos propios.

Ahora bien, ¿cómo entonces pueden los pequeños y medianos productores de contenidos llegar a esos nuevos espacios de distribución?

La importancia de los mercados audiovisuales

A medida que los modelos de distribución se han venido diversificando en paralelo a los esquemas televisivos tradicionales y a la industria cinematográfica, los mercados audiovisuales juegan un papel preponderante como punto de encuentro de industria. Sobre todo, funcionan muy bien para promover la integración y la distribución de contenidos en el mencionado entorno multiplataforma.

América Latina no es la excepción, razón por la cual diversos mercados audiovisuales han venido fortaleciéndose en los últimos años. Históricamente, los mercados de Guadalajara, Ventana Sur de Buenos Aires y el BAM de Bogotá, han sido los más representativos; donde miles de productores y distribuidores se encuentran anualmente y concretan grandes alianzas.

Este año, como mencionamos, se llevará a cabo por primera vez el Mercado Audiovisual de América Central y el Caribe -MAUCC-, una alianza entre Andinalink y la Comisión Fílmica de Costa Rica. Con la participación de prácticamente todas las demás comisiones fílmicas de la región, el MAUCC será el lugar de encuentro de la industria con representantes no solamente de todo el continente, sino también de otros mercados como el europeo.

Este encuentro demostrará que los mercados audiovisuales son el espacio donde los productores de contenidos pueden articularse con las nuevas dinámicas de la industria. En un espacio como este nuestros contenidos pueden ser ofrecidos tanto a canales tradicionales como a plataformas VOD, con lo que se genera una verdadera integración del ecosistema desde sus aspectos más desafiantes: la agregación y distribución.

Más importante aún, con miras a la competitividad de nuestras industrias audiovisuales ante un mundo globalizado, un mercado audiovisual como ese se convierte en el gran espacio para las alianzas y la coproducción. Tanto en el nivel de la producción como de la distribución, cada vez es más urgente que nuestros productores y canales se alíen para que los contenidos regionales puedan compartir y alcanzar otros mercados.

En conclusión, los mercados audiovisuales como el MAUCC, más que simples lugares de negocios, se han convertido en los espacios donde la industria está familiarizándose con los nuevos modelos de agregación, distribución, coproducción y monetización de los contenidos. Gracias a estos espacios hemos conocido que la multiplataforma no amenaza la televisión, sino que la potencia y expande, pero eso requiere aprender a aliarnos para ser más competitivos y familiarizarnos con estrategias que poco a poco se desarrollan en el mundo.

[1] Artículo el Espectador: La Televisión es la nueva televisión”

[2] La Televisión sigue siendo Grupal

[3] La permanente reinvención de la Televisión

[4] El Crecimiento autónomo de las OTT de Video

[5] Conclusión del Gran Foro de Medios, Bogotá, Agosto 2019

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