¿Existe el riesgo de una Ciberguerra que acabe con Internet?

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Esta semana el equipo periodístico de la BBC hizo público un controversial proyecto ruso denominado Programa Nacional de Economía Digital, el cual obliga a los proveedores de servicios de internet a disponer de los recursos necesarios para seguir operando nacionalmente en caso de ser desconectados de Internet, sin importar la forma en que esto ocurra.

Como parte del plan, Rusia está programando desconectarse brevemente de internet haciendo ejercicios militares de prueba para una posible guerra cibernética. El gobierno ha fijado como fecha tentativa el 1 de abril de este año, aunque la misma puede variar.

Esta información ha encendido alarmas y ha puesto a muchos a pensar en las consecuencias que podría traer una ciberguerra y cómo afectaría nuestra forma de vida contemporánea. La coyuntura, aunque sea solo un ejercicio, nos pone a pensar en lo que significaría para la humanidad prescindir del servicio de internet.

¿Qué pasaría si el mundo se quedara sin Internet?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que, desde sus orígenes como Arpanet, el protocolo TCP ⎯Protocolo de Control de Transferencia⎯ fue diseñado para escenarios de guerra nuclear y de destrucción de los centros de información. Por lo tanto, es una herramienta con la capacidad de identificar, en las peores condiciones, rutas disponibles para conexiones mediante un sistema que rastrea nodos que permanezcan intactos y envía paquetes de información fragmentados para que sean reconstruidos en el destino.

Si bien lo anterior garantiza en cierta forma la conectividad, no necesariamente asegurará la disponibilidad de los servicios. En una guerra cibernética pueden ocurrir muchos escenarios de posibles ataques, desde denegaciones masivas de disponibilidad del servicio hasta la desconexión física de redes y sistemas, pasando por virus informáticos, troyanos y ataques selectivos.

Por lo anterior no es absurdo pensar en un escenario de ataque cibernético con múltiples objetivos, sincronizados y bien planificados, que haga colapsar los principales o incluso todos los servicios disponibles en la red. En otras palabras, aunque es poco probable una guerra cibernética que genere la suspensión masiva del servicio de internet, no es imposible si detrás de ella se encuentra una potencia con gran capacidad tecnológica e inteligencia militar.

¿Quienes serían los más perjudicados?

En un escenario de ataque a internet, entre los más perjudicados estarían los servicios de salud que a través de internet prestan modelos de telemedicina, lo que pondría en riesgo la salud y vida de millones de personas. Del mismo modo, todo el sistema educativo virtual se vería suspendido, lo cual tendría un alto impacto social. Muchas empresas de servicios públicos podrían ver colapsados sus sistemas, lo cual generaría en suspensiones de asistencias básicas como agua, energía y telefonía, y sistemas urbanos como los semáforos.

Por su parte, las empresas y personas que dependen de internet en sus negocios desde el primer momento de un ataque presentarán enormes pérdidas y quedarían bloqueados para comerciar o ejercer su objeto social. Millones de teleconferencias y reuniones virtuales quedarían canceladas y otros millares incomunicadas con sus amigos y parientes en el extranjero. La industria de videojuegos y entretenimiento registraría multimillonarias pérdidas, al igual que las empresas de seguridad, que perderían millones de cámaras conectadas y se verían incapaces de monitorear alarmas y sistemas de gestión, lo que a su vez pondría en riesgo la seguridad física de lugares y personas.

Los ciudadanos del común se verían incapaces de conectarse a medios sociales, aplicaciones y plataformas digitales, lo que, por lo menos durante las primeras semanas, podría desembocar en ansiedad y síndrome de abstinencia, dada la dependencia que una gran parte de la humanidad tiene de estas redes, especialmente en los países más conectados.

Es curioso que la inequidad, en ese escenario, jugaría a favor de sus víctimas usuales. Según las cifras oficiales de la Unión Internacional de Telecomunicaciones  ⎯ITU⎯1,  alrededor del 56% de los hogares del mundo aún no cuentan con acceso a Internet y 4.300 Millones de personas no lo utilizan; el 69% de estas personas viven en países en vía de desarrollo. Por tanto, esta población sería la más preparada para enfrentar un corte de internet, pues si bien es posible que se vean afectados indirectamente por servicios que consumen y utilizan internet para su operación, su vida cotidiana se vería mucho menos perjudicada que la de las más de 3 mil millones de personas que si utilizan con cierta frecuencia la red.

¿Qué pasaría en cada minuto en que Internet dejará de funcionar?

Por cada minuto en que internet estuviera fuera de servicio, se dejarían de enviar 30 millones de mensajes por WhastApp; alrededor de 4 millones de videos en YouTube dejarían de ser vistos, así como un aproximado de 70 mil horas de video en Netflix. Además, 350 mil Apps dejarían de ser descargadas de iTunes y Google Play; no se publicarían 45 mil fotos en Instagram y 450 mil tuits en Twitter. Alrededor de 900 mil personas dejarían de ver su muro de Facebook y no se escucharían 40 mil horas de música en Spotify, Uber dejaría de transportar más de 4 mil personas; no se podrían enviar mas de 150 millones de mensajes de correo electrónico y dejarían de ocurrir 3.5 millones de búsquedas en Google.2

En el campo económico, se suspenderían 5 millones de ventas electrónicas que hoy se hacen cada minuto; tan solo VISA dejaría de transar 1.5 millones de operaciones financieras y Mastercard, cerca de un millón. Las bolsas del mundo dejarían de procesar alrededor de 70 mil transacciones bursátiles y las aseguradoras de expedir 200 mil seguros.1

Respecto al Internet de las Cosas y la suspensión de la inteligencia artificial, existen muy pocos estudios o estimaciones que determinen cual sería el impacto real, pero claramente en un mundo tan dependiente de la tecnología el impacto no sería menor.

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Pero si bien un minuto sin internet pareciera ser apocalíptico, nadie sabría a ciencia cierta que pasaría si una suspensión del servicio se prolongara por días o semanas. No podemos subestimar la increíble capacidad de adaptación e innovación de la humanidad. Aunque inicialmente podría presenciarse una depresión económica similar a la de los años 30 del siglo XX, seguramente con el paso de los días las sociedades encontrarían formas de solucionar los problemas cotidianos, obligándonos a recordar y experimentar la vida como era antes de internet.

En un caso de ataque, los proveedores de internet serían los primeros en ser culpados; millares de usuarios llamarían de forma desesperada, angustiada y frenética exigiendo la restitución del servicio, y ante la falta de comunicaciones los mismos ingenieros la tendrían difícil para establecer la causa de los problemas. Si la naturaleza del ataque no es clara desde el inicio ⎯que es lo mas probable, porque una guerra cibernética seguro se libraría de improviso y sigilosamente⎯ los ingenieros tratarían infructuosamente de restituir los servicios mientras las empresas no sabrán como contener a sus disgustados clientes.

Tras unas semanas, las redes de producción y provisión que no estén respaldadas por sistemas informáticos y analógicos locales, colapsarían y causarían escasez y falta de suministros especialmente en las ciudades, pero el impacto dependerá precisamente de los planes de contingencia que, esperamos, estén en las gavetas de las grandes empresas.

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En conclusión, internet es una red muy segura y diseñada para los peores escenarios posibles. La probabilidad de que un ciberataque la deje totalmente por fuera es realmente muy baja, pero de llegar a ocurrir, nuestra actual forma de vida se vería profundamente alterada; la economía entraría en crisis global, lo cual podría desencadenar desempleo, fallas en los servicios públicos de las ciudades, fallas en el transporte, hambre, pobreza y hasta muertes.

Pensar en dicho escenario, en un momento en que prácticamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana se verían afectados, demuestra que nos hemos convertido en una especie totalmente dependiente de internet. Esto debería producirnos más dudas que certezas, pero también nos pone a reflexionar sobre las capacidades y conductas que recuperaríamos al vernos de nuevo desconectados de sistemas lejanos y apoyados solo por lo inmediato y lo tangible.

 


1 https://www.websa100.com/wp-content/uploads/2015/01/INFOGRAF%C3%8DA-ACCESO-A-INTERNET-EN-EL-MUNDO.jpg
2 Cifras consolidadas por Excelacom a partir de los indicadores oficiales de google trend, Alexa, y fuentes oficiales de los diversos servicios mencionado, al igual que estudios realizados por Loril Lewis y Chadd
3 Cifras reveladas por HSBC

 

Por:

Gabriel E. Levy B.

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