Medios Sociales: Entre la Toxicidad y el paisaje Inerte

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En los últimos años, hemos sido testigos de la metamorfosis de los medios sociales, de ser un foro de expresión y encuentro, a convertirse en un terreno saturado de polarización, cuentas falsas y desinformación.

Sin embargo, en este universo digital, el escándalo y la controversia se han tornado tan omnipresentes que han perdido su capacidad de conmoción.

¿Por qué los medios sociales ya no impactan significativamente en el debate público?

Por: Gabriel E. Levy B.

www.andinalink.com

Sherry Turkle, autora de “Alone Together[1]”, ha descrito cómo los medios sociales han modificado la forma en que interactuamos, llevándonos a una realidad donde la comunicación se ha vuelto más superficial y alienante. La saturación de contenidos tóxicos, la manipulación de la información y el surgimiento de cuentas fake han cimentado un paisaje digital donde el escándalo y el ruido constantes se han convertido en parte del decorado, diluyendo su impacto.

La polarización exacerbada, impulsada por algoritmos que perpetúan eco-cámaras, ha convertido plataformas como Facebook y Twitter (ahora conocida como X) en arenas de confrontación. Eli Pariser en “The Filter Bubble[2]” describe cómo estos algoritmos han contribuido a crear realidades paralelas, donde los usuarios solo reciben información que refuerza sus creencias preexistentes, exacerbando la hostilidad y la intolerancia.

Ante este panorama, un escándalo que en épocas anteriores hubiera sacudido los cimientos de una nación, hoy se desvanece en el ruido de fondo, eclipsado por la próxima controversia.

La costumbre a los ataques ha desensibilizado al público, creando una apatía colectiva ante la constante agresión informativa. Los usuarios, ante este bombardeo incesante, han optado por migrar hacia plataformas más “lite” y centradas en la cotidianidad, como Instagram y TikTok, buscando refugio en la simplicidad y la trivialidad.

Este éxodo masivo ha relegado a Facebook y X a un segundo plano, experimentando una notable pérdida de exposición y uso.

La transición a plataformas que celebran lo efímero y lo visual sugiere una preferencia por lo intrascendente, por los momentos mundanos, como una forma de escape de la toxicidad prevaleciente en otras redes.

La Fatiga Informativa

El diluvio constante de escándalos y controversias en los medios sociales ha modificado la percepción y reacción del público ante tales eventos. Anteriormente, un escándalo podía desencadenar debates profundos y reflexiones críticas, sirviendo como un catalizador para el cambio y el entendimiento mutuo. Sin embargo, en la actualidad, la omnipresencia de estos ha erosionado su impacto, sumiendo al público en una especie de apatía y desensibilización. Esta saturación de controversias ha llevado a una fatiga informativa, generando un deseo de escapar hacia espacios que ofrezcan un respiro de la hostilidad y la polarización, motivo por el cual plataformas como Instagram y TikTok, que focalizan en aspectos más ligeros y cotidianos de la vida, han ganado terreno. Aunque estos espacios parecen ser refugios de la tempestad de la discordia digital, no están exentos de su propia dinámica problemática, como la superficialidad y la auto-objetivación. Así, el hastío y la búsqueda de tranquilidad reflejan una adaptación de los usuarios ante un entorno digital donde la controversia ha perdido su capacidad de generar debate significativo y reflexión, y se ha convertido en un ruido de fondo constante.

La historia del Brexit difícilmente se repetiría

El Brexit, un hito político que sacudió los cimientos de Europa y del Reino Unido, es un caso ejemplar del impacto profundo y duradero que la desinformación y las fake news en medios sociales pueden tener en decisiones de trascendencia global.

En su momento, una marea de desinformación y noticias falsas inundó las plataformas digitales, manipulando percepciones y cristalizando temores, llevando a muchos británicos a votar por la salida de la Unión Europea, una decisión de la que muchos se sienten profundamente arrepentidos en la actualidad.

Los rumores infundados y la manipulación de la realidad, amplificados por el eco incesante de las redes sociales, jugaron un papel crucial en el conformado del destino del Reino Unido. Si hoy se repitiera tal elección, en un contexto donde los usuarios están cada vez más conscientes del fenómeno de la desinformación y escépticos ante el torbellino de falsedades en línea, es probable que la influencia de las fake news no calaría con la misma intensidad en el discernimiento de los votantes, desencadenando, quizás, un desenlace distinto.

Otro tipo de Toxicidad

Pero ¿es esta migración a plataformas aparentemente más inocuas realmente un escape de la toxicidad digital, o simplemente una ilusión de escape? Las críticas a TikTok e Instagram, por su fomento de la comparación social y la auto objetivación, sugieren que estas plataformas no están exentas de sus propias formas de toxicidad.

La superficialidad y la constante búsqueda de validación pueden ser tan dañinas como la polarización y la desinformación.

Zeynep Tufekci, en “Twitter and Tear Gas[3]”, examina cómo los medios sociales han transformado las movilizaciones sociales y la política. Ella sugiere que, aunque estas plataformas han facilitado la organización y difusión de mensajes, también han contribuido a la fragmentación y polarización.

El cambio hacia plataformas más visuales podría estar señalando una fatiga de la política y de la polarización, pero no necesariamente una solución a estos problemas.

Por otro lado, el aumento de la desinformación y las fake news han minado la confianza del público en los medios digitales. Las técnicas de manipulación informativa, señaladas por autores como Claire Wardle, han proliferado, convirtiendo la verdad en un bien cada vez más escaso y relativo. En este mar de incertidumbre, el escepticismo y la desconfianza se han erigido como mecanismos de defensa, agravando aún más la fractura social y la desconexión.

En medio de este caos informativo, el paisaje digital se ha transformado en un escenario distópico donde el shock y la indignación han perdido su filo, convertidos en parte del mobiliario cotidiano. Los escándalos, una vez capaces de hacer tambalear gobiernos y sociedades, se evaporan en la neblina de lo cotidiano, y la saturación de lo tóxico ha despojado al escándalo de su poder.

En este nuevo paradigma, plataformas como Instagram y TikTok, que privilegian lo visual y lo efímero, han emergido como oasis en medio del desierto tóxico, pero el espejismo de tranquilidad que ofrecen podría estar ocultando problemáticas igualmente graves. El paisaje digital de hoy es un reflejo de un mundo desbordado por la controversia y el escándalo, y la evolución de los medios sociales podría estar señalando no solo un cambio en las preferencias de los usuarios, sino también un síntoma de una sociedad anestesiada por el exceso de estímulos tóxicos.

En Conclusión, Los medios sociales, pioneros digitales de revoluciones de pensamiento y debate público, se enfrentan hoy a un paradójico desvanecimiento de su impacto en un mar de controversias y escándalos omnipresentes.

La profusión de desinformación, polarización y toxicidad ha transfigurado estas plataformas en paisajes donde el escándalo y la discordia son meros componentes del fondo, despojados de su poder conmocionador.

La saturación de estas tensiones ha propiciado una desensibilización y un hastío en los usuarios, quienes, en búsqueda de refugio, han migrado a espacios percibidos como más tranquilos y cotidianos como Instagram y TikTok. Aunque estos nuevos refugios parecen ofrecer un escape de la virulencia, su popularidad subraya más una evasión de la confrontación que una solución a la problemática intrínseca de la comunicación digital actual.

En síntesis, los medios sociales, en su transformación en paisajes de controversia constante, han perdido su eficacia como catalizadores de reflexión y cambio, revelando la urgencia de reevaluar y reconceptualizar nuestro enfoque y relación con estos espacios digitales en constante evolución.

[1] Turkle, S. (2017). Alone Together: Why We Expect More from Technology and Less from Each Other. Estados Unidos: Basic Books.

[2] Pariser, E. (2012). The Filter Bubble: What the Internet is Hiding from You. Reino Unido: Penguin Books.

[3] Tufekci, Z. (2017). Twitter and Tear Gas: The Power and Fragility of Networked Protest. Reino Unido: Yale University Press.

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