En el complejo y algo surreal mundo de las criptofinanzas, que ya nos ha acostumbrado a conceptos como criptomoneda y blockchain, aparecen nuevas innovaciones que llegan a terrenos como el arte y el diseño.
Es el caso de los tokens no fungibles, un tipo de “valor” que permite codificar, cotizar y proteger bienes tales como obras de arte digitales abriendo nuevas posibilidades al mundo de los derechos de autor y un mercado que puede generar nuevas formas de riqueza.
¿Qué son los token no fungible (TNF)?
Por: Gabriel E. Levy B. y Sergio A. Urquijo M.
www.galevy.com
Cuando en 2008 el misterioso nombre de Satoshi Nakamoto publicaba tanto las bases conceptuales como el software que daría base al Bitcoin, la primera moneda digital basada en criptografía, hubo más desconfianza que expectativa respecto a los alcances de una divisa asegurada por operaciones matemáticas en la red y apoyada, no en la confianza en los bancos (la fiducia), sino en la el trabajo colectivo en red[1].
Sin embargo, con los años y mucho trabajo de ciertas organizaciones activistas y promotoras de nuevas formas de dinero, las criptomonedas no solo se establecieron en el comercio, sino que incluso las grandes corporaciones, como Facebook, y hasta los bancos comenzaron a invertir en ellas y en nuevos desarrollos, con el fin de atrapar también ese nuevo nicho de riqueza[2].
El relativo valor de lo costoso
Con la consolidación de los Estados nación, a finales del siglo XVIII, las principales potencias de la época comenzaron a valorar sus monedas en función de la cantidad de oro y plata que poseían, siendo Gran Bretaña la primera nación en fijar un patrón de metal precioso a una divisa nacional:
“Sir Isaac Newton, como director de la Real Casa de la Moneda de Inglaterra, estableció en 1717 que el valor de una libra esterlina equivalía a unos 7,3 gramos de oro puro…” “…Los bancos centrales de cada país tuvieron un rol esencial como encargados de acumular reservas de oro y a cambio emitir billetes de manera proporcional; así, si querías canjear tu billete de una libra esterlina, ibas al banco y este te daba el equivalente en oro.”.
Javier Gómez Cabrera[3]
Pero si bien el sistema de patrón oro resultó al inicio ser muy eficiente para que el papel moneda correspondiera al valor de un bien tangible, la gran depresión de 1929 y el impacto económico de la Segunda Guerra Mundial provocaron que en julio de 1944 representantes de 44 países se reunieran para establecer nuevas reglas financieras y dilucidar un nuevo orden económico mundial.
Fue en este escenario que Estados Unidos propuso sustituir el patrón oro por un patrón dólar, vinculado al oro a través de un acuerdo denominado Bretton Woods.
La posterior perdida de la relación directa entre reservas y moneda circulante, conocida como el “Shock Nixon”, rompió por completo el modelo de patrón oro.
El anterior escenario convirtió al papel moneda en un documento cuyo valor está respaldado únicamente por la confianza los consumidores, pues al no existir un bien físico que lo respalde se convierte en una promesa futura de valor en donde la confianza en el banco emisor es garantía sobre el papel dinero.
De este modo, hoy en el sistema financiero y bancario no es posible reclamarle al emisor de moneda los bienes de respaldo del dinero, que por demás ya tampoco existen.
El valor de los activos Digitales
A diferencia de las divisas físicas, como el dólar, que es dinero fiduciario, es decir, que su valor depende solamente de la confianza, emitido por la Reserva Federal, soportado en la creación de deuda, distribuido a través de los bancos comerciales e impreso en papel, las criptodivisas y en general los activos digitales, utilizan un sistema de prueba de trabajo para simular el “minado” de materias primas, como un sistema productivo simulado y totalmente virtual.
Esto llevó al economista George Selgin a denominar el valor las criptomonedas como “materia prima sintética”, pero que en el caso del precio de mercado se comporta igual que cualquier bien tangible en virtud de la apreciación y depreciación en el proceso de oferta y demanda.
Entendiendo el fenómeno de los TNF
Es en ese contexto donde surgen los TNF: Token No Fungibles, que siguen la lógica de las criptomonedas, pero sin ser una de ellas.
Son una forma de encriptar y codificar objetos virtuales, como obras de arte, imágenes, canciones, sonidos, gráficos y demás, para que sean irrepetibles, se identifique el original y, así, pueda dársele un valor monetario tan sólido como el que recibe un cuadro[4].
Para entenderlo mejor, pensemos en el concepto de token, la palabra inglesa para ficha. En los casinos, o en las salas de juego y hasta en restaurantes empresariales los asistentes no llegan a la máquina con dinero en efectivo, sino con fichas que fueron compradas anteriormente. Esto permite al servicio manejar una unidad de valor igual siempre, aunque el valor como tal cambie. Es decir, el token que te da derecho a hacer girar la ruleta una vez, hoy cuesta 2 euros, pero mañana puede costar 3, o 1.5. Pero siempre te gastarás un token para cada giro de la ruleta.
Algo similar está ocurriendo en las finanzas digitales. Por medio de criptografía se puede convertir un bien cultural digital, digamos, una canción, en un objeto único, que no puede ser modificado, dividido ni ampliado, pero sí intercambiado por dinero virtual o físico, como si fuera una ficha de casino. Este objeto va al mercado y allí su valor puede crecer o decrecer, según las viejas reglas de la oferta, la demanda y la especulación que, dicho sea de paso, siguen intactas sea cual sea el sistema de valor.
El dilema de la propiedad intelectual… y de la propiedad en general
La analista Molly Roberts, en una columna del Washington Post, llama la atención sobre un tema controversial: el dar valor “arbitrario” a algo intangible no es un asunto de Internet ni de lo digital, pues la especulación ha existido desde los orígenes del comercio en las civilizaciones humanas, pudiéndose afirmar que es la base misma del mercado, y cuando se trata de arte y de productos culturales en general, la fluctuabilidad es mucho mayor pues no se origina solo por la escases, sino por la apreciación social que se la otorga.
Roberts señala que cualquier pintura, cualquier objeto de marca o de lujo recibe un valor muy superior a su verdadero valor material, basado en agregados intangibles y bastante difíciles de estandarizar, “como el prestigio, la fama o la moda”[5].
Así, valorar en 500 mil dólares un GIF conocido como NyanCat y publicado en Youtube hace 10 años, que muestra un simple gato animado dejando un rastro arcoíris a su paso, no es más absurdo que comprar unos tenis de marca a 200 dólares solo porque los promociona una estrella del rap.
“Quizás pagar por el Nyan Cat sea más tonto, porque cualquiera puede insertar un Nyan Cat en un mensaje de WhatsApp y porque, al no tener un gato volador tangible, lo máximo que obtienes es el derecho a presumir. Pero ¿cuánto más tonto es eso, en realidad?”
Molly Roberts
En Conclusión, los Tokens no fungibles son un tipo de activo digital basado en el principio criptográfico, que representa algo único y no reproducible, pudiéndose aplicar a una obra gráfica o musical, lo cual permite que pueda comercializarse en el mercado como un producto de valor en virtud de la apreciación de quienes lo consumen, generando nuevas formas de riqueza.
[1] Artículo Andinalink sobre el Bitcoin
[2] Artículo Andinalink: Facebook apuesta por el dinero virtual
[3] Artículo del Orden Mundial: ¿Cómo funciona el dinero?
[4] Artículo enciclopedia de Wikipedia sobre los TNF
[5] Artículo de prensa del Washington Post